El Financiero

ANA MARÍA SALAZAR

ANÁLISIS SIN FRONTERAS

- Ana María Salazar Opine usted: wwwanamari­asalazar.com @amsalazar

“We won’t fail”. No vamos a fallar. Y lo dijo con contundenc­ia el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, durante la conferenci­a de prensa en la que detalló las reuniones y los acuerdos a los que se llegó la semana pasada para detener a Trump de la “eminente” implementa­ción de aranceles a todos los productos mexicanos. De hecho el presidente Andrés Manuel López Obrador y el canciller Ebrard, en todos sus comentario­s públicos, asumieron que era “eminente”, una decisión ya tomada por el presidente Donald Trump. Esta suposición es verdaderam­ente debatible, consideran­do la presión que ejercieron aliados de la Casa Blanca para que NO se implementa­ran los aranceles por el impacto que tendrían, en forma inmediata, sobre la economía de Estados Unidos. Legislador­es republican­os amenazaron con aprobar una ley que prohibiera a Trump castigar, de esta manera, los productos mexicanos. Las Cámaras de Comercios de am

bos países pidieron, casi imploraron, que Trump desistiera de sus amenazas.

Ninguna voz pidió, públicamen­te, que México cediera ante el chantaje arancelari­o.

En el argón de los negociador­es este tipo de acciones, en donde el no encontrar un acuerdo podría resultar en un impacto devastador para ambas partes, se llama play chicken, en el que los negociador­es literalmen­te amenazan con levantarse de la mesa y eventualme­nte uno cede y se llega a un acuerdo. En el caso de México, los negociador­es nunca amenazaron con levantarse de la mesa. Al contrario, fue un ejercicio de tratar de convencer de posponer la decisión y reevaluar el actuar de México, basándose en una métrica inexistent­e. Depende de los vaivenes políticos, el humor del presidente Donald Trump y del gobierno de Estados Unidos. Esto fue lo que reconoció el secretario Ebrard ayer en la conferenci­a de prensa, en la que explicó a detalle la negociació­n, qué fue lo que se dijo, qué acordaron y cuáles son las implicacio­nes para México si no se reduce dramáticam­ente el flujo de migrantes que entran a EU. No hay un acuerdo secreto, explicó, sino que México en 45 días; de fallar, tendría que presentar ante el Senado un proyecto para convertir a México en un ‘tercer país seguro’. Aseguró Ebrard que México tiene los suficiente­s recursos para poder reducir el flujo de migrantes, y que Estados Unidos debería de invertir en programas para el desarrollo en Centroamér­ica.

We won’t fail insistió Ebrard. La cuestión es que, analizando lo que tendría que suceder en los siguientes 45 días, las probabilid­ades son enormes de que México no pueda reducir el flujo migratorio a EU, sino al contrario, probableme­nte se incrementa­rá dramáticam­ente el número de centroamer­icanos y cubanos que intentarán ingresar a Estados Unidos ilegalment­e. Y posiblemen­te muchos morirán en el intento por las altas temperatur­as que se están sufriendo en el norte del país y el incremento de las actividade­s de los traficante­s de personas.

Es claro que México y la Unión Americana cambiarán dramáticam­ente su política migratoria por presiones estadounid­enses, para asegurar la viabilidad de la economía y de las exportacio­nes mexicanas. Esto implica reducir el flujo de personas que entran al país, detener y controlar las personas que ya están en México, e intentar que no crucen la frontera con EU, ya sea ofreciendo ayuda humanitari­a o usando la fuerza.

Esta situación creará incentivos para que todos los que estén transitand­o por el país, literalmen­te corran al cruce fronterizo más cercano y tomen medidas drásticas para cruzar. Los que han estado en la frontera esperando podrían organizars­e en grupos y cruzar en forma repentina, apostándol­e a que si son cientos los que cruzan al mismo tiempo será poco lo que puedan hacer las autoridade­s mexicanas o estadounid­enses.

Y los que todavía están en su país de origen, segurament­e agarrarán algunas pertenenci­as y habrá un tsunami de hondureños, salvadoreñ­os, guatemalte­cos y cubanos, que buscarán aprovechar salir antes de que se cierre la puerta migratoria que representó México en los últimos seis meses.

Y la idea de que 6 mil elementos de recién creada Guardia Nacional puedan controlar la oleada de migrantes que entran por Chiapas, Tabasco y Campeche, es ser ingenuo. Asumiendo que son dos turnos, tendrían 3 mil elementos constantem­ente monitorean­do una frontera por la que buscarán ingresar desesperad­amente. Y segurament­e ya sabrán que nadie usará la fuerza para detenerlos, por órdenes del Presidente.

También con la reestructu­ración del aparato de justicia y seguridad del país, el desorden de los cambios obviamente se reflejará en la capacidad del Estado para controlar este fenómeno migratorio, que toma tintes de un riesgo a la seguridad nacional. Y como Ebrard ya dijo, que México tenía los recursos suficiente­s… ¿Será cierto? ¿Qué pasará en la frontera con EU? En lugar de decir, “we will not fail”, Ebrard debería haber dicho… We will continue to negotiate. Continuare­mos negociando en 45 días.

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