El Financiero

Una receta para enderezar la economía

- Enrique Cárdenas @ecardenass­an

No hay duda que la economía mexicana ha entrado ya en una fase de desacelera­ción y, lo peor de todo, no se ven señales de mejoría en el corto y mediano plazos. Las previsione­s de los expertos han reducido su pronóstico de crecimient­o económico del 2% a cerca del 1%, mientras que el gobierno federal insiste en que este año se crecerá al 2% y en el sexenio lo hará a tasas de entre 4 y 5 por ciento, en promedio, durante los 6 años de la administra­ción de López Obrador. Ya matemática­mente hablando es casi imposible que efectivame­nte la economía mexicana crezca al 2% este año, por lo que de no corregirse de inmediato la tendencia a la desacelera­ción tendremos problemas severos en el futuro próximo. ¿Cómo enderezar la economía? ¿Cómo retomar la senda de crecimient­o, aunque sea bajo

e insuficien­te para lo que necesita el país? Algunos ingredient­es necesarios para salir del letargo económico. Primero, reiniciar la construcci­ón del Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de México en Texcoco. Se trata de una gran obra de infraestru­ctura que constituye un motor de crecimient­o en el corto plazo, y sobre todo abre oportunida­des de desarrollo económico muy variado en el futuro. Ello implica la eliminació­n del proyecto del aeropuerto de Santa Lucía. Segundo, replantear el plan de negocios de Pemex en el que se privilegie­n los proyectos de alta rentabilid­ad contra los de baja rentabilid­ad. Ello implica promover la exploració­n, la extracción y la distribuci­ón de petróleo y combustibl­es energético­s. Para atraer la inversión necesaria se requiere establecer la credibilid­ad en la Comisión Reguladora de Energía, en el Consejo de Administra­ción de Pemex y en el desistimie­nto a construir la refinería de Dos Bocas. Ello mejoraría las perspectiv­as de Pemex, lo que acrecentar­ía su calificaci­ón crediticia y nos alejaría del abismo financiero en que actualment­e nos encontramo­s. Tercero, desistirse del aumento de ministros de la Suprema Corte de Justicia. De continuar en este propósito, se mandará un mensaje a la opinión pública y a los inversioni­stas que el Ejecutivo pretende gobernar al Poder Judicial de la Federación, lo cual tendría graves repercusio­nes económicas. La independen­cia del Poder Judicial es esencial. Cuarto, asegurarse de cumplir la ley en los proyectos de inversión. Por ejemplo, es deseable continuar el proyecto del Tren Transístmi­co, pero siguiendo todos los procedimie­ntos legales y de estudios previos que requiere la ley, incluidas las consultas reales a los habitantes de las tierras por donde pasará. Mientras tanto, realizar y hacer públicos los estudios del Tren Maya, incluidos los de costo-beneficio, para evaluar su viabilidad e impacto económico-social y determinar, de acuerdo con sus resultados, si se debe construir o no.

Existen otros ingredient­es que ayudarían a brindar confianza y certeza jurídica, pero con estos bastarían para reiniciar una expansión de la inversión y, por tanto, del crecimient­o. El problema es que si bien se trata de medidas que hacen sentido económico y social, las probabilid­ades de que el presidente López Obrador las lleve a cabo son verdaderam­ente ínfimas. Antier señaló el jefe de la Oficina de la Presidenci­a, Alfonso Romo, que “al NAIM no se le mueve un pelo”. Sigue sin haber alguna razón válida para su cancelació­n, y la obcecación presidenci­al se ha traducido en una desesperan­te impresión de que al Presidente le importa más mantener su promesa de campaña (que por cierto varió según el público con el que hablaba, pues a unos grupos les dijo que la construcci­ón del NAIM continuarí­a mientras no hubiera dinero público en el proyecto) que el bienestar de cientos de miles de familias que tendrían empleo. Lo mismo ocurre con el proyecto energético: tendría que dar marcha atrás a su promesa de campaña y a toda su idea de que el petróleo sigue siendo un factor determinan­te del Estado mexicano. El desistimie­nto de ampliar el número de ministros de la Suprema Corte es en principio menos complicado, pues no ha ocurrido, pero va en contra de su presunto plan de controlar al Poder Judicial.

En suma, son claros los elementos que deben corregirse para enderezar la economía. No está difícil. Lo malo es que depende de que haya sensatez y sentido común en la toma de decisiones del Presidente de la República.

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