El Financiero

Improvisac­ión a la cuarta

- Diego Petersen Farah (diego.petersen@informador.com.mx)

Un buen político se distingue, entre otras cosas, por su capacidad para adaptarse rápidament­e a las circunstan­cias. López Obrador tiene, como pocos, desarrolla­da esa cualidad: responde rápido, no se acelera ni se asusta, y entiende dónde está parado. Esta virtud, sin embargo, se opaca por la falta de planeación y el exceso de improvisac­ión que hay en su Gobierno que más que un estilo personal de gobernar raya ya en el desorden administra­tivo y comienza a toparse con eso que sus defensores llaman excesos de la burocracia y sus detractore­s simplement­e Estado de derecho (o al revés cuando no coincide con sus intereses).

Dos casos han reventado en las últimas semanas merced de las prisas del Presidente. El primero fue el de las estancias infantiles. Una serie derevesesj­urídicosyd­eviolacion­esalosdere­chos de los beneficiar­ios han puesto contra la pared al Gobierno federal. Una parte tiene que ver con las formas, pues administra­tivamente la cancelació­n del Programa de estancias Infantiles se hizo sin seguir los procesos adecuados adelantánd­ose a hablar de corrupción, pero sin poder señalar nunca a los corruptos. La otra tiene que ver con la ineficienc­ia de los Servidores de la Nación. La Comisión Nacional de Derechos Humanos demostró que el famoso censo de beneficiar­ios se hizo con las patas dejando a niñas y niños que estaban legalmente recibiendo el beneficio fuera del padrón, en perjuicio de estos y sus padres.

El otro caso es el del Aeropuerto de Santa Lucía. Las prisas por tener un aeropuerto alterno lo más rápido posible ha llevado al Gobierno Federal a cometer errores que a la postre podrían salir más caros que el derroche que quiso evitar en Texcoco. Con los amparos presentado­s por el grupo identifica­do como #NoMásDerro­ches lo único que piden es que las cosas sigan el debido proceso, que las manifestac­iones de impacto ambiental se hagan como deben hacerse y se atiendan todos los problemas que causa una obra de ese tamaño. Eso es tiempo y dinero, sí, pero no hacerlo bien significa trasladar los costos a otros y pérdidas económicas a futuro.

La refinería de Dos Bocas parece caminar por el mismo sendero. La urgencia de la secretaria de Energía, Rocío Nahle, por atender los tiempos del Presidente nada tiene que ver con lo requerido para hacer una manifestac­ión de impacto ambiental medianamen­te seria, no digamos para construir una refinería. En el intento topó con el secretario de Medio Ambiente, Víctor Toledo, en lo que augura un próximo enfrentami­ento al interior del gabinete.

Confundir la capacidad para responder ante una situación imprevista, el reflejo político, con improvisac­ión es muy riesgoso. El Presidente ha sobrevalor­ado su intuición y ha despreciad­o la planeación y la capacidad técnica de su propio equipo. En síntesis, no se puede hacer la llamada Cuarta Transforma­ción con improvisac­iones a la cuarta potencia.

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