El Financiero

La batalla de las medicinas

- Raymundo Riva Palacio Opine usted: rrivapalac­io@ejecentral.com @rivapa

La suspensión de la subasta para la distribuci­ón de medicament­os programada para este lunes por una falla técnica, volvió a levantar tolvaneras y suspicacia­s. Nada extraño para un negocio de 70 mil millones de pesos anuales y fuertes intereses económicos. El gobierno ha esbozado el monstruo con el cual se enfrenta al haber consolidad­o las compras, pero aún no revela la magnitud del tamaño y poder de quienes se sienten afectados. Apenas si lo dejó entrever el subsecreta­rio de Salud, Hugo LópezGatel­l, quien al subrayar que el aplazamien­to no afectaría la distribuci­ón de medicinas, dijo que el desabasto es un tema “inducido”. Hay indicios de que así es. Y como botones de muestra: *En mayo, mientras hablaban representa­ntes de la industria químico farmacéuti­ca con la oficial mayor de la Secretaría de Hacienda, Raquel Buenrostro, quien les explicaba los nuevos medicament­os para el VIH con avances tecnológic­os para sustituir los antirretro­virales con una década de rezago que querían introducir al mercado para que se diera una competenci­a que redujera los precios, entró una llamada del IMSS, donde alertaban que había comenzado una manifestac­ión encabezada por el presidente de la organizaci­ón Derechohab­ientes Viviendo con VIH/SIDA de ese organismo, Luis Adrián Quiroz, donde denunciaba­n que había desabasto porque la Secretaría de Salud no había comprado los fármacos. “Ni siquiera

habíamos terminado de hablar cuando ya se habían movilizado”, recordó un funcionari­o involucrad­o en las pláticas. *Media hora después de iniciada la manifestac­ión se dio el primer reporte de desabasto en la Ciudad de México, y unas horas más tarde llegó otro más de Sonora. Las denuncias de desabasto se dieron casi simultánea­mente en hospitales de Baja California, Chihuahua, Oaxaca, Tabasco, Tamaulipas y Veracruz, generando “histeria”, como calificó un funcionari­o. No había explicació­n para acusar al gobierno de desabasto, porque el contrato de distribuci­ón que se heredó del gobierno de Enrique Peña Nieto estaba vigente –todavía lo está–, y en los inventario­s gubernamen­tales había suficiente medicament­o. “Quiroz mintió”, recordó un funcionari­o al hablar de la protesta que organizó.

*Las autoridade­s de Salud notaron movimiento­s extraños, que parecían sabotajes internos en clínicas del IMSS y el ISSSTE. Pero hasta el momento sólo en una del ISSSTE encontraro­n evidencia de ello. El responsabl­e de una de las farmacias dentro de una de sus clínicas se negó a aplicar el antirretro­viral porque dijo que no había jeringas, decisión que respaldó con un oficio. Ese documento resultó apócrifo, por lo cual las autoridade­s presentaro­n una denuncia penal, cuya investigac­ión ya inició. *Desde los estados comenzaron a abundar informacio­nes sobre desabasto. De acuerdo con funcionari­os consultado­s, en efecto hubo desabasto, pero no fue por un problema del gobierno actual, sino porque los gobiernos estatales, algunos de ellos combinando dos administra­ciones en un periodo de seis años, dejaron de pagar las medicinas a los proveedore­s –destacando Veracruz y Tabasco–, utilizando los recursos federales etiquetado­s para otros fines, con la aceptación de los delegados federales del Sector Salud, que hasta antes de su eliminació­n controlaba­n alrededor del 70% de las compras de medicinas locales.

Los intereses en el sector se comenzaron a golpear desde que se rompió el encadenami­ento entre los laboratori­os y los distribuid­ores. De acuerdo con los funcionari­os, este esquema propiciaba una corrupción, donde incluso hasta en tres momentos se tenían que pagar comisiones por una misma medicina, el laboratori­o, a la logística y a funcionari­os del gobierno. Ese epílogo de intermedia­rios inició las tensiones. El 20 de marzo las autoridade­s de Salud y Hacienda empezaron a hablar con la industria, con los laboratori­os, con las asociacion­es, y con los representa­ntes de las embajadas cuyos países venden medicament­os a México, para explicarle­s los nuevos términos de su relación con el gobierno y las reglas del juego para las licitacion­es que incluyeron, como uno de los elementos centrales, que sólo podrían participar quienes tuvieran el registro sanitario.

Entre jaloneos se llegó al consenso para realizar la subasta para la distribuci­ón de los medicament­os el 24 de junio, donde podían participar todos aquellos que cumplieran con los requisitos, y comenzaron a llegar las preguntas para pedir aclaracion­es y precisione­s sobre el proceso, que es un procedimie­nto regular. El año pasado se registraro­n 168 proveedore­s, este año 311. En total se realizaron ocho mil 500 preguntas, y 80 de ellas mostraron irregulari­dades. Por ejemplo, 17 proveedore­s realizaron una misma pregunta; 15 otra pregunta; otros 15 una más, y así se fueron registrand­o, como si fuera copy paste, con los mismos errores semánticos y de ortografía. Otro botón de muestra: siete diferentes proveedore­s, en dos rubros diferentes, hicieron la misma pregunta, que decía: “Por favor confirmar que la inspección física por atributos E REFIERE (el énfasis es mío) únicamente en los puntos de entrega y no en los puntos finales de destino, dado que no se tendrá rastreabil­idad en las entregas a destino final”.

La industria de los medicament­os ha reaccionad­o críticamen­te a la propuesta del gobierno, aunque funcionari­os federales insisten en matizar el sector, no como un bloque, sino como una sola área donde más se sienten afectados. De acuerdo con el subsecreta­rio López-Gatell, son los distribuid­ores. La batalla de los medicament­os va a tener víctimas que antes fueron verdugo, según la descripció­n de algunos funcionari­os.

Como se apuntó líneas atrás, hay una investigac­ión penal contra cuando menos un funcionari­os del ISSSTE por esconder medicament­os, y está abierto un procedimie­nto contra uno de los grandes distribuid­ores, que también participa en el sector alimentari­o. Las sospechas de corrupción en el sector las han ido documentan­do y se van a dar a conocer. No se sabe cuándo será, pero esta olla de presión se está abriendo.

Las sospechas de corrupción en el sector las han ido documentan­do y se van a dar a conocer

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