¿Nivel o tendencia?
El día de ayer, Enrique Quintana, con su proverbial optimismo, nos decía que el dato del IGAE de abril tiene una lectura positiva. Tiene razón, parece indicar que ya se llegó a un piso, pero eso lo tendremos que confirmar con el dato de mayo, y tal vez uno o dos meses más. Como de costumbre, Quintana es también muy claro en apuntar que, de ser cierto que llegamos al piso, no se ve una recuperación pronta, sino más probablemente un estancamiento por lo que resta del año, y tal vez el siguiente. Es lo mismo, en esencia, que pronostican agencias y bancos. Por eso van corrigiendo su estimación, pero en ningún caso he visto proyecciones catastróficas. No tendrían bases. Para entender mejor lo que puede ocurrir en la economía, conviene saber que algunas actividades tienen más importancia que otras, por su tamaño, pero también por su dinámica. Divido el comportamiento de la economía en 36 actividades diferentes para este análisis: sector primario, minería, electricidad (gas y agua), las tres ramas de la construcción, todas las ramas de manufacturas, y los servicios que aparecen en el IGAE. De esas 36, con sólo ocho se cubren dos terceras partes de la economía, con otras ocho llegamos al 90%, y con cinco más, al 95%. Me concentro en las primeras.
El peso de las actividades se define cuando se calcula el año base. La última ocasión fue en 2013, y con esos parámetros se calcula el PIB y el crecimiento. Sin embargo, la diferente dinámica de las actividades obliga a recalcular el año base con frecuencia. INEGI lo hace cada diez años. Con la referencia de 2013, la actividad más importante de nuestra economía son los servicios financieros, de seguros e inmobiliarios, que eran 15% en ese año (y ahora ya están en 16%). En segundo lugar, comunicaciones y transportes, con 9% (10% ahora). Los dos rubros de comercio están entre 8 y 9%; minería (casi todo, petróleo) 7.5%, educación y salud, 6.6%, edificación y servicios profesionales, 5% cada uno.
Lo que ocurra con estas actividades determinará en buena medida todo el comportamiento de la economía. Note usted que ni el sector primario ni la industria alimentaria ni la fabricación de automóviles aparecen en la lista. El sector más dinámico de los últimos tiempos, la fabricación de
equipo de cómputo, comunicaciones y medición (crece más de 7% anual), tampoco tiene peso suficiente.
Las ocho grandes han tenido un crecimiento promedio de 1.7% desde 2017 hasta abril. Si sólo consideramos los cinco meses de la actual administración, el crecimiento ha sido de 0.3%. Si quitamos el petróleo, por su muy importante contracción, las otras siete grandes crecían 2.8% desde 2017, y en los últimos cinco meses lo han hecho al 1.4%. Realizando el corte en octubre (como lo hemos hecho en otras ocasiones), antes de ese mes el crecimiento en servicios financieros era de 2.6%, y después ha sido de 3.1% (aunque abril fue de apenas 1.1%). Comercio cae: al menudeo, de 4.2 a 2.2%; al mayoreo, de 2.9% a cero. Comunicaciones y transportes pasa de 4 a 1.9%. Edificación, de 2.4 a -0.9%. Educación y salud, que nunca se mueve mucho, de 0.8 a 0.6%, y servicios profesionales crece de 3.8 a 4.2% (pero abril al -0.5%).
Si el comportamiento de los últimos meses se mantuviese durante el resto del año, el crecimiento promedio de la economía rondaría el 0.3% en los ocho meses que nos faltan. Es el estancamiento al que se refiere Quintana. Si la tendencia de servicios financieros, comunicaciones y transportes, y comercio al mayoreo continúa como en lo que va del año, estaríamos por debajo de esa cifra, y con una tendencia claramente negativa. En cualquier caso, no hay catástrofe a la vista. Claro, si no perdemos el grado de inversión.