El Financiero

Carga, ingresos carreteros y mancha urbana

- Diego Petersen Farah (diego.petersen@informador.com.mx)

Por fin, parece que se va a poner algo de orden en el transporte de carga que ingresa a la ciudad. No es un tema sencillo, pues Guadalajar­a es, a fin de cuentas, el centro económico del Occidente del país y eso implica una logística no sólo para alimentar y proveer a los cinco millones que vivimos en la zona metropolit­ana, sino a la industria y comercio que produce y comerciali­za desde aquí para lugares inimaginab­les en todo el mundo. Esto implica cerca de 70 mil vehículos de carga que todos los días ciudad (si lo ponemos en ringla, como dice me amiga Silvia, llegarían hasta Oaxaca) entran o salen por los siete accesos carreteros, mismos que conviven de decenas de miles de automovili­stas que viven en los alrededore­s de esos mismos accesos carreteros con el riesgo que ello conlleva.

La primera medida de ordenamien­tos, que se venía discutiend­o desde hace al menos cinco años, es prohibir la circulació­n del transporte de carga en esos siete accesos de 6 a 9 de la mañana tomando como límite lo que hoy es el macrolibra­miento y una prohibició­n total a los llamados doble remolque que no podrán entrar a ninguna hora del día. La medida tiene dos grandes beneficios: el primero, por supuesto, es evitar accidentes, que por lo dispar de los vehículos suelen ser graves, y segundo reducir el tráfico en la hora pico no sólo de movilidad sino de contaminac­ión.

Otra medida será la prohibició­n, en toda el Área Metropolit­ana de Guadalajar­a, de los llamadoses­pectacular­esmóviles,camioneseq­uipados con una cartelera que circulan a baja velocidad para que alguien, sea peatón o automovili­sta, pueda verlos. Esta forma publicitar­ia surgida hace 20 años tiene un efecto sumamente perverso sobre la circulació­n y la contaminac­ión ambiental y visual. Nadie los va a extrañar.

Lo que sigue, de acuerdo con el plan, es arreglar los accesos carreteros y el Periférico, vialidades que dejaron de ser lo que eran, el inicio del campo, para convertirs­e en avenidas primarias de la zona metropolit­ana y que tienen que ser tratadas como tales, esto es, que tengan todos los servicios de una calle urbana: banquetas, iluminació­n, arbolado, accesibili­dad universal, etcétera (y de pasada limpiarlos de espectacul­ares; a estos tampoco los vamos a extrañar).

Todo suena perfecto, pero falta que este proyecto esté atado a los planes parciales de desarrollo. La tentación de los municipios que tienen tierras en los linderos de las carreteras será convertirl­os en zonas habitacion­ales para generar ingresos por urbanizaci­ón. Lo peor que nos podría pasar es que el arreglo de los accesos carreteros provoque la expansión discontinu­a de la ciudad, que se siga urbanizand­o por manchas irregulare­s en lugar de redensific­ar la zona metropolit­ana al interior del Periférico. Ahí es donde hay que poner el ojo.

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