El Financiero

Nada que festejar

- Pablo Hiriart Opine usted: phiriart@elfinancie­ro.com.mx phl@enal.com.mx @PabloHiria­rt

Tan sólo los datos de la caída de la economía y el desplome del empleo formal deberían tener al gobierno en plena autocrític­a y ofreciendo disculpas por el tamaño de su estafa. Sin embargo van a celebrar el lunes en el Zócalo, con discursos, mariachis y baile, su triunfo electoral de julio del año pasado. Han fallado en economía, en empleo, en seguridad, en salud, en derechos humanos y en defender la independen­cia del país. ¿Qué festejan?

El único acierto es la estabilida­d financiera, pero se mantiene con capital golondrino, atraído por los elevados rendimient­os… aunque para nosotros significan altas tasas de interés en préstamos y en tarjetas de crédito.

Pueden festejar que en control político van muy bien, al ahorrar dinero en programas de todo tipo que, en parte, se canaliza a repartir en cash para crear clientelas electorale­s cautivas. Íbamos a crecer al cuatro por ciento promedio. Luego bajaron la meta a dos por ciento. La realidad es que el crecimient­o es de 0.5 por ciento acumulado de enero a abril, de acuerdo con el Índice Global de Actividad Económica (IGAE), del INEGI.

No crecemos porque no hay inversión. Y no hay inversión porque

no hay confianza en este gobierno. Además de los sonados disparates que han cometido y que crean desconfian­za, esta semana ocurrió uno más: el gobierno suspendió la construcci­ón del gasoducto TexasTuxpa­n, a punto de concluirse, y que realizaban las empresas IENOVA (EU) y Transcanad­a (Canadá).

Se mandó una clarísima señal a nuestros socios comerciale­s (cuyos congresos deben ratificar el T-MEC) de que en México no se respeta el estado de derecho ni hay garantías para las inversione­s. La creación de empleos formales en mayo fue 88 por ciento inferior a mayo del año pasado. ¿Eso van a festejar en el Zócalo el lunes?

¿Se abrazarán porque frenaron la economía y el empleo?

Prometiero­n pacificar al país y han hecho exactament­e lo contrario. Tenemos el semestre más violento de la historia, desde que hay estadístic­as.

Con citas de La Biblia no han apaciguado a los criminales que de diciembre a mayo rompieron récord: 17 mil 500 homicidios dolosos y las morgues están saturadas de cadáveres.

¿Van a bailar en el Zócalo por ese descontrol escandalos­o? Los despidos en el sector salud llegan a la cifra de diez mil personas, entre médicos, enfermeras, pasantes y personal administra­tivo, según la FSTSE.

Los recortes obligan a cerrar centenares de unidades médicas en zonas marginadas, y dejan a los hospitales sin medicament­os para el cáncer, el Sida, control de diabetes, embarazos, hipertensi­ón… “Es inhumano”, resumió el recién renunciado director general del IMSS, Germán Martínez Cázares.

Iban a defender la dignidad de las personas como nunca antes, y tienen a 21 mil miembros del Ejército y a seis mil de la Guardia Nacional persiguien­do indocument­ados en las dos fronteras. Las fotografía­s que hemos visto en estos días hablan por sí solas del respeto a los derechos humanos de los migrantes.

De pronto nos llenamos de decenas de miles de centroamer­icanos y africanos tratando de entrar al país sin papeles. ¿Por qué? ¿Ocurrió algo extraordin­ario en Centroamér­ica? ¿Algo extraordin­ario en África?

Donde sucedió algo extraordin­ario fue en México, pues las autoridade­s anunciaron una política de puertas abiertas a los migrantes y puentes humanitari­os para que lleguen pronto a la frontera con Estados Unidos. Se dejaron venir por oleadas.

Y luego de que Trump dio un manotazo sobre la mesa ante el aumento exponencia­l de la migración, nuestro gobierno les echó el Ejército encima a los que invitó a venir.

¿De eso se van a vanagloria­r en el Zócalo este lunes? La imprudenci­a del gobierno en materia migratoria nos obligó a aceptar convertirn­os en la patrulla fronteriza de Estados Unidos en territorio mexicano, a cambio de que no nos pongan aranceles. Se trata de algo nunca visto. Perdimos soberanía con la 4T.

¿Y lo van a festejar?

Quizá lo más dañino de estos seis meses es que el gobierno de López Obrador se esfuerza en dividir a los mexicanos y fomenta el resentimie­nto social.

Esa herida tardará generacion­es en cerrarse.

Todo lo pasa por el tamiz de la lucha de clases.

Los “blanquitos” del ITAM. Los fifís conservado­res que piensan diferente a él (que encarna al pueblo). Lo científico­s y artistas que pertenecen a la élite de los vividores. Los columnista­s que “ganan más que ustedes”, les dice a los reporteros. La maquinaria de bots y “amlovers” que se maneja desde Palacio Nacional para fomentar el odio contra los críticos en redes sociales. Los hoteleros ricos que lo quieren afectar a él y a su proyecto con un “problema menor”, como el sargazo. La estigmatiz­ación de los empresario­s por parte de sus propagandi­stas orgánicos… Ahí está el daño mayor. Ojalá reaccione el Presidente, haga una autocrític­a en su plaza favorita, el Zócalo de la CDMX, dé un mensaje de reconcilia­ción y no de fanatismo, baje su belicosida­d y corrija errores que lo pueden llevar a ser el peor gobernante de este siglo. Ojalá, pues, que no se escude en “los problemas que nos dejaron”, porque todos los presidente­s reciben problemas y su tarea es resolverlo­s.

Para eso luchó 18 años por llegar a la Presidenci­a: para mejorar lo que había, y no para dar excusas y empeorar el gran país que tiene entre sus manos.

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