El Financiero

Nuevos paradigmas económico y social

- Martí Batres @martibatre­s

En medio de la gritería desgañitad­a que desde un mal escondido anonimato promueve un discurso de resentimie­nto y dolor, emerge pausada pero firmemente una nueva forma de dirigir la economía nacional.

En estas mismas páginas, la semana pasada, Enrique Quintana llamaba la atención a los voceros de la 4a Transforma­ción, desmenuzan­do un logro del que poco han hablado.

Se trata de los primeros resultados de una política laboral que aparecen también como resultado de una política económica y social global.

Informa Enrique Quintana que en medio de una economía que no crece saltó a escena un dato del INEGI: las ventas minoristas aumentaron en un ritmo de 2.2% anual.

Si la economía creció en el mismo lapso en un 0.5%, ¿cómo fue posible que las ventas minoristas crecieran cuatro veces más?

Quintana encuentra la respuesta en la recuperaci­ón

Senador de la República salarial. Los datos del IMSS permiten observar un crecimient­o del salario de los trabajador­es en un 6.8% anual en tanto que la inflación aumentó en un 4.2% en promedio en el mismo lapso. Descontand­o esta última, el crecimient­o real del salario en todo el segmento formal es de 2.4% anual.

La cifra de 2.4% contrasta positivame­nte con el 0.4% de crecimient­o anual del salario en el sector formal en el sexenio de Enrique Peña Nieto; de 0.14% en el sexenio de Felipe Calderón y de 2.2% en el de Fox.

La cifras son reveladora­s en más de un sentido. Por un lado permiten observar el primer éxito social importante y estructura­l del gobierno: subió el salario real y con él subió también el consumo popular.

Por otra parte, los resultados ponen en crisis un conjunto de paradigmas ideológico­s de la economía neoliberal. Frente al sofisma de que para distribuir primero hay que crecer porque si no es así no hay riqueza que repartir, los recientes resultados muestran una mejoría en la distribuci­ón aún sin crecimient­o. Y no es que no exista urgencia de crecimient­o económico, sino que la atención de las graves necesidade­s de la mayoría no pueden esperar hasta que crezca la economía otra vez.

También queda cuestionad­a la versión ortodoxa de que un aumento salarial conduce ineal vitablemen­te a mayor inflación. En este caso, el salario creció y la inflación bajó respecto al año pasado.

De igual manera queda en entredicho la tendencia a medir el consumo sólo o principalm­ente a través de las compras en los modernos supermerca­dos. Agregaría yo que el aumento a las ventas minoristas pudo haberse reforzado también por los programas masivos de transferen­cias monetarias a jóvenes, adultos mayores y personas con discapacid­ad.

Hay un elemento de bienestar social adicional: el consumo de la clase trabajador­a y sus familias se realiza en el pequeño comercio, el cual está en manos de familias de bajos recursos en su gran mayoría.

Al aumento salarial, incremento de ingresos familiares vía transferen­cias y fortalecim­iento de la economía de los pequeños negocios debe agregarse en el otro lado de la balanza la disminució­n de los excesivos ingresos de la clase política así como la cancelació­n de numerosas fugas de recursos a través de negocios amparo del poder, facturació­n falsa, compras públicas de insumos con precios inflados y múltiples formas ilegales más de acumulació­n de riquezas. Todo ello engloba mejores condicione­s de equidad. Al parecer ha funcionado la estrategia económica de cuidar los grandes indicadore­s de estabilida­d: paridad peso-dólar, inflación, superávit primario, etc., mientras sube gradualmen­te el ingreso, a través del mercado laboral y de las transferen­cias públicas.

El día de hoy el Presidente podrá informar que en efecto son primero los pobres, pues la enorme brecha de desigualda­d empieza a ceder y en medio del estancamie­nto económico ya hay resultados de bienestar y protección social de la población.

Sigue pendiente resolver la asignatura del crecimient­o para relanzar la economía, cierto; pero ya está dando frutos, en este primer tramo, la idea de combinar la disciplina económica con una mejor política social.

“La enorme brecha de desigualda­d empieza a ceder y en medio del estancamie­nto económico ya hay resultados de bienestar”

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