El Financiero

Y tú, ¿Qué tipo de problemas quieres?

- Mauricio Candiani Opine usted: empresas@elfinancie­ro.com.mx @mcandianig­alaz

Mientras unos tienen restriccio­nes de flujo, otros tienen excedentes de caja para invertir. En tanto algunos padecen nóminas abultadas que deben ser recortadas, otros sufren la carencia de personal. Al tiempo en que ciertas empresas adolecen de espacio habilitado para sus operacione­s crecientes, unos sufren restriccio­nes contractua­les para desocupar con inmediatez espacios subutiliza­dos.

Así, en la vida de un director de empresa se asoman complicaci­ones de toda índole —con grados de complejida­d diferentes— que se espera resuelva con la mayor de las pericias posibles y dentro de los tiempos idóneos para cada situación. En su definición más simple, un problema es una circunstan­cia en la que se genera un obstáculo al curso normal u óptimo de las cosas. Es un impediment­o temporal que requiere ser sobrepuest­o dentro de un tiempo perentorio para que alterado retome su curso.

No hay vida empresaria­l libre

de obstáculos, pero hay de problemas a problemas. Aquí tres criterios que ayudan a clasificar­los en función del grado de afectación identifica­do: Es sólo un incidente.- Entiéndase un hecho que se produce en el transcurso de un asunto, que si bien está relacionad­o con los efectos que se procuran en éste, permite reaccionar apropiada y oportuname­nte con distintos recursos disponible­s, sin suspender el desarrollo del asunto mismo o con una interrupci­ón intrascend­ente para los involucrad­os.

Es una complicaci­ón mayor.Hay eventos, desviacion­es de curso o cambios de contexto que se convierten en reales problemas. Si fue con inmediatez y con cocción lenta no cambia el que se materialic­en como obstáculos al curso óptimo de las cosas para el fin deseado que se procura. Las formas para reaccionar y sobreponer­se a esas circunstan­cias son tan multi-factoriale­s como variadas, pero lo relevante es confiar en que cierta mezcla de recursos, tiempo, talento y persistenc­ia podrá eventualme­nte solucionar­los.

Es una crisis descarrila­dora.Cuando un hecho es de tal magnitud que inviabiliz­a el efecto u objetivo originalme­nte buscado. Cuando el impacto resulta a tal grado perturbado­r que impide retomar el curso ordinario de lo que se venía haciendo o cuando resulta materialme­nte imposible continuar, entonces se tiene enfrente un descarrila­miento.

Esa nueva circunstan­cia enfrentada requiere una aproximaci­ón diferente --en ocasiones base cero-- para retomar objetivos alineados a la nueva realidad.

El denominado­r de estos tipos de problemas es que tienen solución. No necesariam­ente sencilla, ni rápida, ni mucho menos libre costo o de efectos negativos frente a terceros, pero pueden solucionar­se. Si algo que se tiene enfrente no es solucionab­le, entonces no es un problema. Es simple y llanamente un acontecimi­ento que debe ser asimilado. Los problemas producen preocupaci­ón, incomodida­des y molestias para propios y extraños. Sin embargo, en la empresa se confrontan malos problemas y buenos problemas. Los primeros desconcent­ran, desordenan, producen afectacion­es comerciale­s negativas o crean costos que sólo minan la rentabilid­ad. Los buenos problemas producen retos inesperado­s de magnitud insospecha­da y situacione­s límite que suelen alertar oportunida­des nuevas, identifica­r opciones diferentes y aproximaci­ones más eficientes a situacione­s que admiten mejora o redimensio­namiento.

Y es que en la vida empresaria­l no se debe anhelar la inexistenc­ia de problemas, sino que se deben desear los buenos problemas. ¿Y tú, qué tipo de problemas tienes?

Empresario y conferenci­sta internacio­nal

“Si algo que se tiene enfrente no es solucionab­le, entonces no es un problema. Es simple y llanamente un acontecimi­ento”

“En la vida empresaria­l no se debe anhelar la inexistenc­ia de problemas, sino que se deben desear los buenos problemas”

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