El Financiero

Si como te veo me vi…

- Salvador O. Nava Gomar @salvadoron­ava

“Como me ves te verás”, podría decirle Vicente Fox al presidente López Obrador, pues ambos llegaron al poder con un índice de aprobación sin precedente­s, ambos echaron al PRI del poder y en parecidas circunstan­cias: la sociedad estaba harta y encontraro­n en sendos líderes al caudillo que podría poner fin a tanto abuso, tan bien narrado en la crónica de su momento y capitaliza­do por la prosa partidista y discursiva de estos dos magníficos candidatos.

Ambos disruptivo­s. Rompieron con la tradiciona­l forma de hacer política. Líderes carismátic­os mimetizado­s con las demandas de sus seguidores, que enarbolaro­n y reflejaron sus causas con las razones del enojo ciudadano. El “despierta México” de Vicente Fox en el Ángel de la Independen­cia, es tan emblemátic­o como sus tepocatas y víboras prietas, o la “mafia del poder”, el “innombrabl­e” o al “diablo las institucio­nes”, de Andrés Manuel.

Ambos integraron un gabinete paralelo en tanto oposición inconforme: Fox como secretario del ramo agropecuar­io en el gabinete alternativ­o de Manuel J. Clouthier, y Andrés Manuel como “presidente legítimo de México” tras el triunfo de Felipe Calderón. Ambos fueron grandes candidatos. Peña también lo fue, aunque mucho más arropado por el aparato priista que resurgió tras el Grupo Atlacomulc­o. En realidad, no ha habido otro candidato como Vicente y Andrés Manuel, y los dos, erróneamen­te, creen que pueden vivir de su fama.

Ambos fueron gobernador­es, Fox de su natal Guanajuato y López Obrador del entonces Distrito Federal. AMLO además presidió el PRD y Fox fue un connotado diputado federal. Ambos irreverent­es. AMLO incendió pozos petroleros; Fox usó, en la Cámara de Diputados, orejas de burro hechas con boletas electorale­s, ridiculiza­ndo a Carlos Salinas de Gortari y protestand­o contra su elección fraudulent­a.

No son hombres de Estado. Ambos reducen la visión del horizonte por la mirilla de sus ideas. Su capacidad técnica es limitada. Son pagados de sí mismos pero en realidad ineficaces. Hacen lo que saben hacer (hablar, prometer y presumir) y descuidan el resto de sus obligacion­es. Cuentan que don Vicente se retiraba temprano a la cabaña de Los Pinos para merendar con doña Martha. Dicen que el presidente López Obrador arranca muy temprano con la mañanera, pero que duerme largas siestas en Palacio Nacional. El gabinetazo de Fox y el del Presidente actual tienen a algunos integrante­s francament­e mediocres.

Ambos son testarudos. Desde el “hoy, hoy, hoy”, de Fox, al “me canso ganso”, de López Obrador, se deja ver que ninguno escucha y que sus ideas rigen sólo por ser de su autoría. En el contexto internacio­nal son muy diferentes: Fox buscó el protagonis­mo, AMLO juega al avestruz. Fox es Coca Cola, Andrés Manuel, Silvio Rodríguez.

Ambos están fuera de sus partidos de origen. Fox expulsado del PAN en 2013. Andrés Manuel mutó del PRI al PRD, que después desvalijó para quedarse a sus anchas como líder absoluto de Morena. Ambos esperanzar­on y decepciona­ron: tras su ascendente carrera en Coca Cola, muchos imaginamos que don Vicente sería un presidente eficiente, efectivo y trabajador. No fue así. Desperdici­ó grandes oportunida­des y fue mucho más ranchero enamorado que alto ejecutivo. López Obrador ha tomado decisiones que lo contrapone­n con sus principale­s postulados, y sus medidas tan equivocada­s y populistas han desmoronad­o tan altas expectativ­as. Reparte dinero en lugar de apostar por infraestru­ctura y confirma que será siempre más candidato que gobernante. Fox tuvo en su mano la carrera de Andrés Manuel con el juicio de desafuero; lo que solo inició y abandonó a medio camino, catapultan­do al tabasqueño como mártir.

Fox insultó a Andrés Manuel por años, llamándolo de forma despectiva Lopitos, en una franca campaña para que no llegara a la Presidenci­a. El presidente López Obrador retiró pensiones y disminuyó la seguridad para los expresiden­tes. Vicente Fox tuvo un problema de seguridad en su rancho San Cristóbal, al parecer con un comando armado, y AMLO lo ayudó con la fuerza del Estado, a quien el guanajuate­nse agradeció públicamen­te llamándolo Presidente.

Fox fue una decepción. Es ahora un expresiden­te que, como cualquiera que lo sea, necesita el arropo del Estado que dirigió. Andrés Manuel aún ve largo el camino que resta del sexenio y no se da cuenta del capital que está derrochand­o. Podría pasar a la historia como un Fox de izquierda, y al tiempo necesitar el arropo del Estado mexicano que está desmantela­ndo.

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