Ganar en la ‘mediocridad’ para no ser mediocre...
La Copa de Oro no puede ser celebrada por el futbol mexicano. Es una asignación obligada dado el nivel de juego que prevalece en el área. Hace tiempo que el futbol mexicano persigue otra clase de anhelos, como el de aproximarse lo más que pueda a las grandes potencias del juego. La Selección de Martino ha mostrado seriedad, buenas intenciones en su juego y algunas individualidades que han resaltado sobre el resto, pero nada extraordinario en un nivel competitivo precario. Medir a México aquí es como aceptar que se trata de un país futbolísticamente mediocre y pobre.
¿Seriedad?, sí. ¿Buenas intenciones en su futbol?, también. Pero nada de eso supera la mediocridad del torneo que México ganó el domingo en Chicago. La Copa Oro no puede ni debe ser parámetro ni motivo de orgullo o festejo del futbol mexicano. Imponerse en un nivel mediocre te sirve solo para recordarte que no perteneces a esa mediocridad.
Se ganó porque esta es la zona que geográficamente le corresponde al futbol mexicano. Se tendrá que ganar la eliminatoria porque es aquí donde le toca al futbol mexicano obtener el boleto mundialista y nada más. El termómetro para medir el avance de la Selección mexicana debe estar lejos, lo más lejos posible de la pobreza y mediocridad de la Concacaf.
Aun así, alcanza para subrayar que México mostró una seriedad competitiva en todo el campeonato, que superó momentos álgidos de la eliminatoria y que tuvo buenos propósitos en camino a encontrar un estilo de juego. Eso, más la demostración individual de algunos futbolistas, entre ellos el veterano portero Guillermo Ochoa, quien mostró que está listo física y mentalmente para buscar su quinto Mundial por México, y los jóvenes Rodolfo Pizarro, Uriel Antuna y Carlos
Rodríguez, en condiciones para ser parte de la base de las selecciones mexicanas en el futuro inmediato. A Martino hay que darle también parte del crédito por el inicio con éxito de una era y la manera en la cual pudo administrar futbolística y también anímicamente al grupo, a pesar de los obstáculos que afrontó. Ya llegará el momento de medir realmente a una Selección mexicana en otro nivel competitivo. El viejo anhelo de este futbol debe seguir siendo el de acercarse lo más que pueda a las grandes potencias del juego y no a seguir siendo el “gigante” de una zona futbolística que navega en la mediocridad. Quedarse o conformarse con ello resulta cómodo, lo ha sido por muchos años para el futbol mexicano y, sin duda, para el beneficio que significa el futbol en México. La Copa Oro es una obligación para México, como lo es obtener el boleto mundialista, porque en la Concacaf no está el termómetro para medir la trascendencia de un futbol. Imponerse en un nivel mediocre te sirve solo para recordarte que no perteneces a esa mediocridad.