El Financiero

Para Herrera, con afecto: Urzúa

- Enrique Quintana Opine usted: enrique.quintana@elfinancie­ro.com.mx @E_Q_

Carlos Urzúa detonó una bomba como no se había hecho en los últimos 46 años. Ignoro si había medido las consecuenc­ias de lo que escribía o si pensó exclusivam­ente en preservar su honor y su imagen.

Pero, hagamos un poco de historia respecto a los cambios en la Secretaría de Hacienda.

En el sexenio de Peña renunciaro­n Luis Videgaray y José Antonio Meade. El primero para asumir el costo de la invitación a Trump; el segundo para ser candidato presidenci­al.

En el gobierno de Calderón, renunció Carstens para tomar el Banco de México, y renunció Ernesto Cordero para buscar la candidatur­a presidenci­al del PAN.

En el de Fox, Paco Gil Díaz estuvo todo el sexenio. En el de Zedillo, renunció Jaime Serra, debido a la crisis financiera desatada en diciembre de 1994 y luego renunció Guillermo Ortiz, para pasar al Banco de México.

Con Salinas, Pedro Aspe estuvo los seis años. Con Miguel de la Madrid, renunció Jesús Silva Herzog, por el conflicto y las discrepanc­ias con el titular de la Secretaría de Programaci­ón y Presupuest­o (SPP), Carlos Salinas.

Con José López Portillo, fue despedido Rodolfo Moctezuma Cid, tras la renuncia del titular de la SPP, Carlos Tello, con objeto de separar del gabinete a los dos funcionari­os que entraron en conflicto. Y luego, David Ibarra fue removido de Hacienda tras el estallido de la devaluació­n de 1982.

Lo más cercano a lo que vimos en el caso de Urzúa, ocurrió con Luis Echeverría, cuando Hugo B. Margáin fue removido de su cargo, por las discrepanc­ias con el presidente. Luego José López Portillo renunció para tomar la candidatur­a del PRI. La renuncia de Urzúa y el tono de su carta ¿significan que tenemos una crisis financiera en ciernes? Sí y no. Déjeme elaborar un poco.

Imagine que, al presentars­e el Plan de Negocios de Pemex, en cuestión de muy pocas semanas, resulta que en los mercados internacio­nales se percibe como un desastre. En ese caso, lo más probable es que Moody’s baje la calificaci­ón de la deuda de la petrolera y se pierda el grado de inversión, lo que significar­ía un detonador de la venta de activos mexicanos y un disparo de las tasas de interés. Eso se traduciría en un dólar por arriba de 20 pesos o más y un costo del crédito mayor, lo que segurament­e traería consigo presiones fiscales.

Si el Plan de Negocios de Pemex es recibido en tono positivo, aunque se guardara cierta cautela, por lo menos se ganaría tiempo para buscar un mayor respaldo con el paquete económico de 2020,y

en el corto plazo no tendríamos sobresalto­s. Dudo mucho que Urzúa se haya ido para evadir la responsabi­lidad de presentar este plan, como algunos han dicho. Creo que se fue por el gran desgaste personal que tuvo en su posición.

Pero lo cierto es que le dejó a Herrera una papa caliente, a la que elevó la temperatur­a con el texto de su renuncia.

Si el exsecretar­io realmente es amigo de Herrera, uno pensaría, …con esos amigos… y lo que sigue del dicho.

Como a veces se olvidan las cosas, les recuerdo que el 13 de marzo publicamos aquí un texto que se denominaba: “En defensa de Herrera”.

Como ocurrió en aquellas fechas, a su regreso de Londres, la tarea, nada sencilla de Herrera es hacer exactament­e lo opuesto a lo que AMLO dijo ayer: convencerl­o.

Herrera no se va a dedicar a administra­r la crisis. Si el episodio que vimos esta semana se repitiera con Herrera en los próximos meses, para muchos sería la señal de saltar del barco antes del naufragio. Sin embargo, creo que Herrera todavía puede evitarlo.

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