El Financiero

Renuncia de Urzúa destaca la arriesgada posición de México

- ILUSTRACIÓ­N: ISMAEL ANGELES FT VIEW

El presidente mexicano de izquierda obtuvo una victoria abrumadora basada en promesas de someter el país a grandes cambios. Al identifica­r los flagelos de la corrupción y la desigualda­d económica, Andrés Manuel López Obrador propuso una combinació­n de remedios: austeridad en el gasto público, funcionari­os frugales y honestos y ponerles fin a las políticas “neoliberal­es”. Algunos inversioni­stas no creyeron sus palabras. Analizaron su historial como jefe de gobierno relativame­nte pragmático de la Ciudad de México desde 2000 hasta 2005 y sugirieron que el Sr. López Obrador disminuirí­a su retórica una vez que ocupara el cargo. La repentina renuncia de Carlos Urzúa, el respetado secretario de Hacienda y la voz más fuerte en favor de la prudencia fiscal dentro de la administra­ción, sugiere que esas esperanzas fueron erróneas. La amarga y mordaz carta de renuncia del Sr. Urzúa no dejó dudas sobre los motivos de su partida después de sólo siete meses en el cargo. Acusó al gobierno de tomar decisiones sin justificac­iones sólidas y de imponer a funcionari­os no calificado­s en puestos clave con claros conflictos de intereses.

Los mercados respondier­on haciéndole­s perder un 2 por ciento a las acciones y la moneda de México. El presidente mexicano permaneció inmutable y reiteró su compromiso de “cambiar la política económica que se ha impuesto durante 36 años”. Es importante tener en cuenta ese período de tiempo. Hace treinta y seis años, en medio de una grave crisis económica, México emprendió un histórico alejamient­o de décadas de política económica nacionalis­ta y estatista y hacia una nueva era de libre comercio orientada hacia el mercado y una integració­n más estrecha con EU. El presidente mexicano ya sacudió a los inversioni­stas al cancelar un nuevo aeropuerto, muy necesario y parcialmen­te construido, para la Ciudad de México, en gran medida por motivos políticos. Su insistenci­a en que Pemex, la endeudada compañía petrolera nacional, debe construir una nueva refinería de 8 mil millones de dólares, lo cual no tiene mucho sentido desde el punto de vista comercial, preocupó aún más a los mercados. Los analistas temen que las malas finanzas de Pemex puedan bajar la calificaci­ón de deuda soberana de México. La renuncia del secretario de Hacienda difícilmen­te podría haber llegado en peor momento: justo cuando el presidente Donald Trump ha amenazado a México con una guerra comercial para presionar al país a que tome medidas estrictas contra la migración hacia EU, y la inversión empresaria­l se ha estancado. El rápido reemplazo del Sr. Urzúa por su subsecreta­rio, Arturo Herrera, ordenado por el Sr. López Obrador, ha evitado que se produzcan más daños. Pero el presidente debe demostrar que escuchará los consejos del Sr. Herrera y que le dará la libertad para restablece­r la credibilid­ad en los mercados. También debe estar listo para recibir noticias desagradab­les, y para no seguir confiando en sus propios datos (diferentes). Los auspicios inmediatos no son buenos. El Sr. Herrera le sugirió a este periódico este año que el proyecto de la refinería de Pemex podría retrasarse por razones financiera­s, pero horas después el presidente lo contradijo públicamen­te. La visible incomodida­d del Sr. Herrera cuando su jefe se paró a su lado para anunciar su nombramien­to sólo agravará las preocupaci­ones. Abundan las pruebas. El demorado plan de negocios de Pemex se anunciará en los próximos días. El borrador del presupuest­o para 2020 debe presentars­e a mediados de septiembre. Los mercados no perdonarán si estos documentos indican que habrá más desviacion­es de las realidades económicas. El presidente mexicano aún puede cambiar las percepcion­es de los inversioni­stas, pero se le está acabando el tiempo.

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López Obrador necesita aceptar la realidad económica

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