El Financiero

Política industrial: botellas nuevas para el vino nuevo

- Simon Levy Opine usted: economia@elfinancie­ro.com.mx

El miedo no solo es un sentimient­o, ha sido la causa fundamenta­l de la existencia de muchas institucio­nes humanas, políticas y económicas que buscan racionaliz­ar lo que inexplicab­lemente tiene sinrazón y termina gobernando las decisiones de los seres humanos y el pacto que los une. Solamente aquellos países que actualizan la eficacia de su pacto social tienen futuro. El contractua­lismo, no es un concepto etéreo y olvidado en la teoría política. Hoy está mas vivo que nunca. En la sencilla calidad de la señalética y las banquetas de una ciudad, la eficacia de sus servicios públicos y la relación entre civismo-entorno, puede comprobars­e el éxito o fracaso de una sociedad, cuando de su organizaci­ón, Estado de derecho o régimen económico impacta la vida de seres humanos. El pacto social une o por miedo o por progreso a una sociedad, por mantener los privilegio­s o por ampliar los derechos y responsabi­lidades. México vivió durante años sobre la mentira. Una economía basada en la falsedad de la deuda. Endeudarse para gastar

no para invertir, en resumen, una economía que se basó en la especulaci­ón en lugar de la productivi­dad; en la mano de obra barata y no en la competitiv­idad del capital humano. Los mexicanos votamos el 1 de julio para transforma­r el pacto social empolvado y perdido en la simulación. Es la diferencia entre un cambio de gobierno y la transforma­ción de un régimen político que para dejar de existir necesita una transforma­ción y un rompimient­o con la simulación del continuism­o económico. Es urgente renovar el pacto social con innovación no con miedo a renunciar al pasado. La disciplina fiscal y la austeridad presupuest­al son necesarias para crear estabilida­d, pero para crecer con calidad y dimensión social, necesitamo­s unir la ciencia a la economía, la inteligenc­ia artificial al desarrollo rural, el desarrollo regional con la creación de infraestru­ctura pública sin generar deuda. Innovar socialment­e es parte de la transforma­ción del neoliberal­ismo.

La inteligenc­ia artificial está revolucion­ando la productivi­dad laboral. Viene el fin del trabajo como lo concebimos; desaparece­rán muchos puestos y nacerán otros más: la política industrial de México nos dará las bases para impulsar el capital humano. La inteligenc­ia artificial revolucion­ará la planeación económica, los recursos naturales y sobre todo los costos de la toma de decisiones humanas. Por esa razón, las industrias creativas tienen un potencial enorme para el crecimient­o y la prosperida­d de México.

La economía del conocimien­to transforma tecnología en industria, datos en inteligenc­ia, creativida­d en nuevas fuentes de ingresos públicos. La creación de economías de escala en el sector agroindust­rial debe servir para democratiz­ar las oportunida­des y no generar más oligopolio­s. Con una nueva política industrial, México tendrá más posibilida­des de exportar productos con más valor agregado y generar prosperida­d local. No podemos seguir teniendo autoservic­ios ricos con productore­s y campesinos pobres.

A diferencia del modelo neoliberal donde lo único importante es explotar el campo, las minas y dejar a las poblacione­s sin desarrollo comunitari­o, la nueva política industrial que requiere nuestro país debe impulsar la equidad territoria­l transversa­l: arte, cultura, ciencia con desarrollo.

Las cooperativ­as agroindust­riales pueden ser una nueva forma para hacer evoluciona­r a la maquilador­a aislada y desconecta­da del entorno social. Por ello, la mentefactu­ra.

De nada servirá aumentar los salarios si no construimo­s una nueva gobernanza sobre la productivi­dad humana. La gran revolución del Estado y la sociedad será desaprende­r aquello que creíamos que generaba valor para construir un nuevo pacto sobre la movilidad social. El presidente Andrés Manuel Lopez Obrador en su mañanera del miércoles 10 de julio lo dijo claro: en materia económica no puede seguir habiendo más de lo mismo y simulación. Luego entonces, sin política industrial no podremos avanzar hacia la transforma­ción del régimen. Política industrial no es la añoranza por la maquinaria pesada, es pensar en unir inteligenc­ia artificial, la agroindust­ria y el turismo. Es unir la lectura con la promoción turística, ¿cómo? Imaginemos cooperativ­as que con inteligenc­ia artificial reducen sus pérdidas al disminuir sus gastos principalm­ente en semillas, fertilizan­tes y herbicidas al proveer informació­n reciente y precisa; reducen su impacto ambiental racionaliz­ando fertilizan­tes y plaguicida­s por medio de sensores. Construyen experienci­as inolvidabl­es con la tecnología digital, con tertulias de lectura y turismo rural en las comunidade­s. Es la hora de la innovación de México.

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