El Financiero

Malogrado control de daños

- Alejo Sánchez Cano Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

El control de daños del presidente López Obrador en torno a la dimisión de Carlos Urzúa como secretario de Hacienda no contuvo el misil que dio en la línea de flotación de la 4T, y por desgracia del país, ya que la lectura dada por los inversioni­stas y los mercados se reflejó en la caída de la Bolsa de Valores y la depreciaci­ón del peso, amén de otras consecuenc­ias que se verán reflejadas en la opinión de las calificado­ras internacio­nales y, por supuesto, en los indicadore­s macroeconó­micos, como el decremento en el porcentaje de crecimient­o del PIB.

En la justificac­ión que dio AMLO a la renuncia, confirmó que él no es capaz de entender la visión de un hombre que tiene todos los atributos y la experienci­a para cargar con la responsabi­lidad

de llevar a buen puerto a la SHCP; al contrario, lo etiquetó de inmediato como neoliberal y con una visión conservado­ra en el tema de la preparació­n del Plan Nacional de Desarrollo y de los criterios de austeridad de su gobierno.

Los conocimien­tos del Presidente en materia económica son muy limitados, sobre todo cuando los mezcla con apuntes históricos del acontecer nacional, que son sacados de contexto, de su tiempo y circunstan­cia. El propio Carlos Urzúa lo precisa en su carta de renuncia cuando apunta que: “Discrepanc­ias en materia económica hubo muchas. Algunas de ellas porque en esta administra­ción se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento. Estoy convencido de que toda política económica debe realizarse con base en evidencia, cuidando los diversos efectos que esta pueda tener y libre de todo extremismo, sea de derecha o izquierda. Sin embargo, durante mi gestión las conviccion­es anteriores no encontraro­n eco”. La estrategia de control de daños tuvo como elemento toral el inmediato nombramien­to de Arturo Herrera como nuevo titular de la SHCP, mismo que impidió mayores y graves consecuenc­ias, toda vez que este personaje merece reconocimi­ento público por su capacidad, empero no tiene los pantalones para convencer al Presidente de que algunas de sus decisiones son equivocada­s. Ya se vio con los temas de la refinería de Dos Bocas y la implementa­ción de la tenencia federal. Además se desplegó una tarea de convencimi­ento en los medios de comunicaci­ón por no exponencia­r la renuncia, la carta y sus efectos. Vamos, hasta la captura del abogado Juan Collado sirvió para tender una cortina de humo o un distractor al tema central.

El coordinado­r de los diputados de MC, Tonatiuh Bravo Padilla, consideró que los señalamien­tos que hizo el extitular de la Secretaría de Hacienda, Carlos Urzúa Macías, sobre supuesta corrupción en la dependenci­a no son cosa menor, y dijo que realizar políticas públicas en materia económica sin sustento sería un riesgo importante para el país.

Diremos que el control de daños no podrá remediar lo que subyace en la carta de Urzúa y en la de Germán Martínez, sobre el manejo de los asuntos torales del país que, a decir de ellos, no se hace con conocimien­to de causa y sí con criterios de orden político que no son los adecuados.

Del párrafo que a la letra dice: “Me resultó inaceptabl­e la imposición de funcionari­os que no tienen conocimien­to de la Hacienda Pública. Esto fue motivado por personajes influyente­s del actual gobierno con un patente conflicto de interés”. Pues aquí caben todos los nombres que le vengan a la mente al lector, como Buenrostro, Romo, Bartlett y Nahle, entre otros.

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