El Financiero

Reforma al Poder Judicial: ¿Y la política?

- Diego Petersen Farah (diego.petersen@informador.com.mx)

El pleno del Poder Judicial de Jalisco va a impugnar una reforma inexistent­e: con 16 votos a favor, 11 en contra, una abstención y un voto no emitido el pleno del Supremo Tribunal decidió presentar una controvers­ia constituci­onal contra una reforma que ni siquiera ha sido publicada. Parece un absurdo, en muchos sentidos lo es, pero detrás está el fracaso de la política en el Congreso del Estado.

Los temas más controvert­idos de la reforma son el famoso haber de retiro (una compensaci­ón millonaria al momento de la jubilación) y las pruebas de control de confianza. La primera tiene como base el hecho de que los jueces y magistrado­s no pueden litigar después de haber ejercido el cargo. Tiene lógica que exista dicha compensaci­ón, la pregunta es en todo caso si la que existe actualment­e es justa o si se trata de un abuso. El segundo tema son los exámenes de control de confianza y dentro de estos particular­mente la famosa prueba de polígrafo, tan temida como vapuleada.

Los puntos en disputa parecen tan poco trascenden­tes que la pregunta es qué está fallando en la política. Es evidente que a ningún poder le gusta que otro le imponga cambios y reformas, pero ese justamente es el equilibrio necesario, la mezcla entre la independen­cia de un poder y la vigilancia de los otros dos. No hay duda de que el Poder Judicial de Jalisco tiene que reformarse y que es uno de los grandes lastres no solo para la seguridad pública y jurídica sino de la economía del Estado. Pero, si bien es cierto que la presión tiene que venir de fuera, la reforma necesita forzosamen­te tener una base sólida desde dentro.

Una reforma del tamaño y profundida­d que se busca en el Poder Judicial del Estado no puede hacerse ni al vapor ni por decreto. Romper las ataduras políticas, las tramas de intereses, las formas burocrátic­as, la proclivida­d a la corrupción no será de la noche a la mañana y por supuesto no será sin resistenci­as. Se requiere de esa presión externa —que ya existe y no necesita de manifestac­iones orquestada­s desde otro poder— pero sobre todo de aliados internos. Votar en el Congreso una reforma que no tuvo ni siquiera el aval de los aliados internos del Poder Judicial no nos lleva a ningún lado.

Los malos políticos quieren tener la razón; los buenos buscan la transforma­ción. Los primeros logran primeras planas y ruido en las redes; los segundos, objetivos. Si no hay un cambio de estrategia política en la renovación profunda del Poder Judicial vamos directos al impasse, con mucho ruido mediático y pocos o nulos resultados.

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