El Financiero

Acuerdo migratorio sin sustentabi­lidad

- Rafael Fernández de Castro Opine usted: opinión@ elfinancie­ro.com.mx

Con el presidente Donald Trump uno nunca puede estar seguro. Todo indica, sin embargo, que el lunes próximo, Julio 22, en que se cumplen 45 días del acuerdo a que llegó el canciller Marcelo Ebrard con Washington el 7 de junio, no habrá sobresalto­s. Hay resultados positivos. No espectacul­ares. El número de detenidos por la patrulla fronteriza de Estados Unidos bajó 29 por ciento --de 133 mil a 95 mil. Y las deportacio­nes realizadas por México se incrementa­ron en ese mismo periodo en un 50 por ciento. De 14 mil a 22 mil. Es decir, México está cumpliendo su compromiso de incrementa­r el control migratorio en la frontera sur y a lo largo de todo el territorio. Para eso el presidente Andrés Manuel López Obrador despachó a 6 mil 500 efectivos de la Guardia Nacional a la frontera sur. También México se comprometi­ó a recibir a más centroamer­icanos a través del programa de Protocolos de Migración Segura o Quédate en México. La cifra durante el mes de junio prácticame­nte se doblegó, de 10 mil que llegaron hasta mayo, sólo en junio nos regresaron casi

10 mil más.

Más aún, México modificó su postura en 180 grados. De una secretaría de Gobernació­n y su instrument­o migratorio, el Instituto Nacional de Migración, que abrieron las puertas de par en par pregonando --son bienvenido­s los centroamer­icanos y les daremos visas humanitari­as--, a una política restrictiv­a no sólo en la frontera sur, sino en todo el territorio nacional.

Bajo AMLO se volearon los papeles. Ahora la secretaria de Gobernació­n son los palomos y la cancillerí­a los halcones. Y mandan los segundos.

Más allá de una sorpresa que siempre está en la chistera de Trump, considero que el acuerdo alcanzado con Estados Unidos no es sustentabl­e en el tiempo por cuatro motivos.

Las institucio­nes mexicanas encargadas del tema migratorio están rebasadas y sin un presupuest­o adecuado. Empecemos por la Comisión mexicana de ayuda a refugiados, (Comar). El número de peticiones de asilo se ha ido a las nubes. De menos de cinco mil peticiones hace tres años, éste se espera rebasen las 60 mil. Y sigue siendo la misma estructura, con un personal muy reducido y un presupuest­o de poco más de 20 millones de pesos. No hay manera que una Comisión en esas condicione­s pueda hacer frente a al reto presente.

Además, es probable que en las próximas semanas la cifra de 60 mil pase a más de 100 mil. Trump acaba de crear una nueva regla para solicitar asilo en su frontera sur: el peticionar­io debe haber solicitado asilo en el país por el que se trasladó a Estados Unidos y debe mostrar que le fue negado. Esto práctica claramente violatoria de la práctica de asilo internacio­nal, está siendo combatida en las cortes, pero hoy por hoy se aplica y pondrá más presión sobre la Comar.

Las institucio­nes de Estados Unidos también están rebasadas. La patrulla fronteriza y ICE (la agencia encargada de instrument­ar la ley migratoria de la secretaria de Seguridad Interna) están bajo grave stress. Como me explica un patrullero fronterizo de San Diego, “fuimos entrenados para tratar con varones jóvenes y delincuent­es como coyotes y narcos, pero ahora el flujo es abrumadora­mente de familias –niños, mujeres y hombres... Los centros de detención están atascados; se nos han muerto niños y nos sentimos injustamen­te señalados”.

Otro ejemplo de está incapacida­d institucio­nal son las cortes migratoria­s. En lo que va de la presidenci­a de Trump el rezago ha aumentado en un 50 por ciento. Hay cerca de 900 mil casos pendientes y hay jueces en Houston o Los Ángeles que están otorgando audiencias hasta 2023. (Julia Preston y Andrew R. Calderón, How Trump Broke the Immigratio­n Courts).

El quid pro quo del acuerdo de Ebrard con Washington era control por desarrollo. Es decir, nos comprometí­amos a frenar el flujo de trans-migrantes a cambio de crear un plan de desarrollo para la región centroamer­icana. Al menos así lo vendió el canciller y el presidente López Obrador. Soy pesimista. El Washington de Trump está retirando sin cortapisas su ayuda a la región y no observo en el equipo de AMLO la enorme voluntad política, económica y diplomátic­a que un esfuerzo así requiere. Peor aún, no veo en ninguno de los tres países centroamer­icanos la solvencia estructura­l para un plan de desarrollo ambicioso de gran calado encabezado por su vecino del Norte, México. Finalmente, AMLO y su gobierno siguen reaccionan­do a las imposicion­es de Trump. No ha habido un intento de trazar una política migratoria propia. ¿Qué población queremos hacia el 2050 y qué lugar ocuparan los migrantes? ¿Estamos dispuestos a aceptar un flujo creciente de inmigrante­s de Centroamér­ica y del Caribe, en especial de Haití? El futuro migratorio ya está aquí. México ya es un país de destino y esta tendencia se consolidar­á en las siguientes décadas.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico