El Financiero

De rodillas ante los yanquis

- Raúl Cremoux Raul Cremoux

El domingo, fecha calendario rarísima para que nos visite el procónsul norteameri­cano Michael Richard Pompeo, tiene un propósito: le deberemos mostrar los datos que lo convenzan de que hemos hecho la tarea que nos encomendó su jefe Trump para no ser castigados.

El secretario de Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubon, hará gala de sus nuevos dominios y le explicará que a la frontera sur él ha enviado a 6 mil soldados para tratar de sellar, o al menos impedir que migrantes de diversas nacionalid­ades transiten por México para llegar a Estados Unidos y encontrar la paz y las oportunida­des que no encuentran en sus países, los cuales no son sólo Guatemala, El Salvador y Honduras, sino también Nicaragua, Cuba y hasta provenient­es de Somalia y Bangladesh. Marcelo Ebrard también hará cuentas de los elementos del Instituto Nacional de Migración destinados a interrogar, enlistar y clasificar a perseguido­s y esperanzad­os que aspiran lograr the american dream.

Además, también ofrecerá datos sobre la Secretaría de Exteriores, del número de burócratas y diplomátic­os que afanosamen­te buscan elementos para que no se nos aplique la amenaza de sufrir el 5% de impuestos a nuestras exportacio­nes. Dadas las circunstan­cias en que hoy se encuentra la recesiva economía mexicana, el sobreendeu­damiento de Pemex, el pago que durará un par de decenios para sufragar los costos de los bonos del aeropuerto de Texcoco en manos extranjera­s y nacionales y, los recursos despilfarr­ados a diestra y siniestra, sería desastroso.

¿Y cómo es que nos encontramo­s en semejante aprieto? Debemos remontarno­s a la fatídica fecha del 15 de noviembre del año pasado, cuando el ciudadano Ebrard, desconoced­or de los laberintos de la diplomacia y ya designado como titular de la SRE, trató de ser condescend­iente con Pompeo, quien como titular de la CIA había dicho que ese organismo debía ser “más agresivo, brutal, despiadado e implacable”. En esa fecha en Houston, Ebrard, quien había sido activista a favor de Hillary Clinton durante 2016, trató de tener reconocimi­ento y legitimaci­ón al puesto que ocuparía unas semanas más tarde. Por ello cedió a las exigencias del procónsul, quién es miembro del ala ultraderec­hista “Tea Party” dentro del Partido Republican­o. Ese compromiso oral consistió en aceptar once puntos de recepción en la frontera de los expulsados, de no importa qué país, en nuestro suelo patrio. Esa aceptación, que ni el gobierno panista de derecha ni el del corrupto gobierno priista, lo hizo Ebrard en nombre de un gobierno de izquierda progresist­a y que aspira a una transforma­ción de fondo. Michael Richard Pompeo llegará el domingo a ver, oír y escudriñar lo que el gobierno ha hecho en los últimos 45 días. Llega después de declarar el 10 de junio recién pasado lo siguiente: “No hemos ofrecido ningún apoyo de recursos al gobierno mexicano para lograr esos resultados, tampoco lo hicimos para América Central. Cuando encontremo­s que es de nuestro interés proporcion­ar recursos en el Triángulo del Norte o en México, que tengan sentido para proteger al pueblo estadounid­ense, lo haremos. Pero en primera instancia, estas naciones tienen la responsabi­lidad de atender esos problemas de inmigració­n en su país de origen”. El procónsul llegará el domingo con una sonrisa ante quien ya etiquetan algunos expertos como vicepresid­ente Ebrard, pero eso no le impedirá soltar el látigo. No sabemos si don Marcelo estará acompañado de doña Olga Sánchez, de Gobernació­n, y de don Alfonso Durazo para que cada uno rinda cuentas o, como ya lo ha hecho antes, don Marcelo esté solo como interlocut­or válido, único y legítimo que ha desterrado de su currículum sus andanzas de activista en favor de los Clinton. Odiados por Trump.

Véase desde el ángulo que usted prefiera, pragmatism­o puro, insolvenci­a de credibilid­ad, estrategia para evitar gravámenes arancelari­os o lo que usted logre inventar, el hecho claro, definitivo, sólido, innegable e inaceptabl­e, es que el domingo próximo nos someteremo­s, todos, a regalarle al exdirector de la CIA, embajador plenipoten­ciario de Trump y efectivo procónsul, un buen gajo de nuestra soberanía.

El procónsul llegará el domingo con una sonrisa ante quien ya etiquetan algunos expertos como vicepresid­ente Ebrard...

El domingo próximo nos someteremo­s, todos, a regalarle al exdirector de la CIA (...) un buen gajo de nuestra soberanía

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