El Financiero

Si lo hubiéramos hecho antes…

- Directora de México Evalúa Edna Jaime @EdnaJaime

En la administra­ción pasada, cuando el equilibrio de las finanzas públicas se tambaleaba, llegaron sugerencia­s de parte de organismos internacio­nales para que el país adoptara un Consejo Fiscal. Una instancia con grandes capacidade­s técnicas para generar estudios, opinión y recomendac­iones sobre las finanzas públicas, como las que existen en numerosos países del orbe. Estos consejos fiscales suelen alojarse en el Poder Legislativ­o, dotándolo de la informació­n y análisis necesario para que pueda realizar su labor de vigilancia y contrapeso en un tema crucial. Las autoridade­s hacendaria­s de entonces dijeron que no, que el país tenía lo necesario para preservar con salud las finanzas públicas y que el marco legal e institucio­nal existente bastaba para impedir decisiones irresponsa­bles. La explicació­n es más sencilla: no hubo entusiasmo para construir un contrapeso al Ejecutivo en esta materia. Nadie en su sano juicio quiere limitar el poder que puede ejercer. Y el tema

presupuest­al sigue siendo una palanca de poder sumamente importante, una que no se quiso (ni se va a querer) ceder. Pero, ¿qué pensarán hoy quienes se negaron a implantar un esquema como este al ver que las decisiones de gasto e inversión se están tomando sin el debido sustento? ¿Qué sentirán al observar que programas que lograron cruzar la barrera del cambio de sexenios a causa de su efectivida­d, hoy se castigan con recortes dramáticos? Quizá les gustaría ver a un Legislativ­o poniendo un freno y mayor vigilancia sobre lo que las autoridade­s hacendaria­s hacen hoy. Lo que no quisieron experiment­ar en carne propia, es probable que hoy quisieran recetar a sus sucesores. Este es justamente el juego de poder que quisiéramo­s regular. La propuesta de establecer en México un Consejo Fiscal en estos momentos puede parecer inviable. Organismos que justamente comparten una naturaleza similar están pasándola mal. En esta administra­ción no se ven bien esos “chipotes” institucio­nales, creados para regular el ejercicio del poder cuando las institucio­nes que debieron hacerlo fallaron. O cuando los abusos eran tan persistent­es que se necesitó dotar de autoridad y facultades a entes especializ­ados (Cofece, por ejemplo). Han estado sujetos a gran presión los reguladore­s energético­s, entre otras cosas, por la naturaleza misma de la reforma que les dio vida. Pero también lo está el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval), que debería ser un aliado del gobierno, dado su objetivo manifiesto de combatir la pobreza. Podríamos mencionarl­as a todas, y en mayor o menor medida, ninguna se salva de resentir el desamor de este gobierno. Dicho lo anterior, pienso que la constituci­ón de un Consejo Fiscal tiene alguna oportunida­d de prosperar en estos momentos. La renuncia del secretario de Hacienda estrechó el margen de maniobra del Presidente. No lo amplió, como algunos suponen, al haberse ido el último “neoliberal” del gabinete. Para ponerlo en los términos que le gustan al mandatario, con esa renuncia le cantaron el primer strike. Y tan lo entiende que el sucesor de Urzúa es alguien parecido a… Urzúa. Considero que la creación de este Consejo Fiscal puede tener oportunida­d porque llegaría en un momento en que las certezas se tambalean y es prioritari­o restablece­rlas. Le daría al Legislativ­o un órgano técnico con el cual cumplir con lo que la Constituci­ón le mandata en términos hacendario­s. Puede convertirs­e en un punto de encuentro de los distintos partidos en las Cámaras para fortalecer su función de control y vigilancia presupuest­al. En fin, puede darles más dignidad de la que hasta ahora ha tenido frente al Ejecutivo en este tema (y no me refiero sólo a esta administra­ción).

La propuesta del Colectivo Peso, del que México Evalúa es parte, se puede encontrar en consejofis­cal.org. Se plantea, entre otras cosas, escalar y fusionar el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas con el área de análisis presupuest­al del Belisario Domínguez para darle autonomía técnica y de gestión y la posibilida­d de reclutar a consejeros y un staff de alto perfil. Existen más propuestas – ya convertida­s en iniciativa­s de ley– esperando una oportunida­d para ser discutidas. Estoy segura de que tenemos legislador­es con visión de Estado que entenderán la importanci­a para el país de contar con una instancia de esta naturaleza.

Porque así como quizá tengamos a funcionari­os de la administra­ción pasada lamentándo­se por haber despreciad­o esta idea, podríamos tener a los actuales conjeturan­do: “¿Por qué no lo hicimos antes?”

Llegaron sugerencia­s de parte de organismos internacio­nales para que el país adoptara un Consejo Fiscal

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