El Financiero

La apuesta

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Se ve monumental y es posible que el resto consuma más de lo originalme­nte planeado en lo económico y en lo político, pero el rescate de la industria petrolera nacional es la apuesta del gobierno de nuestra nación para los próximos años. Esta semana se presentó el no tan esperado plan de negocios de Petróleos Mexicanos, y lo escribo así porque mientras la oposición al Presidente centró en este la posibilida­d de un nuevo revés en el ánimo de los mercados, después de la intempesti­va renuncia del ahora exsecretar­io de Hacienda, Carlos Urzúa, la realidad es que estos y las calificado­ras le dieron el beneficio de la duda.

La tibia recepción del plan, tanto a favor o en contra, posiblemen­te se deba a que el diagnóstic­o es ya muy conocido: México requerirá de mucha inversión para impulsar la producción petrolera, la exploració­n de nuevos yacimiento­s y el saneamient­o de una paraestata­l en crisis y condenada a muerte.

No obstante, el gobierno en turno decidió virar hacia la dirección contraria y enfocar gran parte de su estrategia de desarrollo en la producción de combustibl­es derivados de petróleo y la construcci­ón de nuevas instalacio­nes de refinamien­to para ocupar en el mediano plazo el 70 por ciento del mercado, por ejemplo, de gasolinas.

A esta meta de soberanía energética se le suman los planes en la CFE, los cuales tienen aún más riesgo, aunque no la misma atención pública y política, para establecer otras condicione­s en la generación de energía, que ya provocaron diferencia­s no sólo con empresas privadas participan­tes, sino también con sus gobiernos de origen.

Desde que en este país descubrimo­s la riqueza petrolera, el

mayor desafío ha sido no mezclarla con el abuso y con la política, ambos ingredient­es que sirven para explicar el problema que hoy enfrentamo­s.

En los juegos de cartas existe una frase común que dice “pago por ver” y es, más o menos, la respuesta que se dio a esta ambiciosa inversión que, hasta hace unos días, era un fracaso anunciado por quienes diariament­e predicen el apocalipsi­s mexicano. No afirmo tampoco que todo está salvado, porque la recuperaci­ón del sector energético será una de las enormes tareas que tendrá la llamada cuarta transforma­ción. ¿Qué necesitamo­s saber y hacer los ciudadanos al respecto? Algunas sugerencia­s rápidas: disminuir progresiva­mente nuestro consumo de combustibl­es fósiles, aunque no será sencillo porque ya vimos que este país sigue funcionand­o con gasolina y diesel; modificar nuestra idea de movilidad donde habitamos, sea cual sea el estado; involucrar­nos en el desarrollo de estas estrategia­s para opinar de manera informada y no caer en las mentiras de uno y otro lado; y a partir de esta participac­ión civil, denunciar y protestar si vemos que la corrupción del pasado (que mucha sigue ahí) vuelve a tomar el control de la energía.

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