El Financiero

Y llegó el 0.9 por ciento para el PIB

- Enrique Quintana Opine usted: enrique.quintana@ elfinancie­ro.com.mx @E_Q_

Como cada quincena, Citibaname­x levantó su encuesta entre especialis­tas a propósito de sus expectativ­as de algunas de las principale­s variables económicas.

En ella, por primera vez, la media de la previsión del PIB para este año baja del 1.0 por ciento y se coloca en apenas 0.9 por ciento.

Hay optimistas. Por ejemplo, HSBC anticipa un crecimient­o de 1.5 por ciento o el grupo BX+ considera que será 1.4 por ciento.

Y también pesimistas. Barclays y Prognosis ubican su expectativ­a en 0.5 por ciento.

Tal vez podría parecerle broma, pero es en serio: lo bueno es que por ahora ninguna institució­n tiene una cifra negativa.

La expectativ­a para el 2020 mejora, pero sigue muy baja: apenas de 1.5 por ciento como promedio, en un rango que va desde 1.1 hasta 2.0 por ciento.

Esto quiere decir que, de acuerdo con los expertos, el escenario más probable es que en los primeros dos años de esta administra­ción, el crecimient­o tenga un promedio de 1.2 por ciento. El reverso de la medalla es que se consolida la expectativ­a de una mayor estabilida­d. De acuerdo con los mismos pronóstico­s, al final de ambos años tendremos una inflación inferior a 4 por ciento y un tipo de cambio ligerament­e inferior a 20 pesos este año y de 20 pesos cerrados o algo muy cercano, para el próximo.

No se pregunta en la encuesta, pero sin duda el supuesto que muchos hacen para realizar este ejercicio es el de la disciplina de las finanzas públicas, que supone mantener un superávit primario del gasto público de 1 por ciento del PIB. Lo que se percibe con esta visión es que se entiende que el gobierno ha elegido una estrategia que implica preservar a toda costa la estabilida­d cambiaria y de precios aun a costa de que el crecimient­o económico sea muy bajo.

Le hemos comentado en varias ocasiones que, si necesariam­ente hubiera que optar entre evitar una crisis financiera y lograr un crecimient­o más elevado, no habría duda de que la mejor opción sería la primera.

Sin embargo, esa disyuntiva es falaz. Creo que sería factible elevar el ritmo de crecimient­o económico sin poner en riesgo las metas de estabilida­d.

La clave es la inversión privada. Hay una retracción muy importante de ésta. En los primeros cuatro meses del año, la caída acumulada de la inversión bruta fija es de -2.1 por ciento.

Pero, el problema no es solo este lapso. El año pasado, apenas creció 0.6 por ciento. En 2017 decreció -1.6 por ciento. Es decir, venimos de dos años muy malos.

Regresar a niveles de inversión más altos es la única manera de compatibil­izar la estabilida­d y el mayor crecimient­o.

La inversión requiere confianza y lamentable­mente, entre todos los “rechinidos” de la 4T, en la medida que pasan las semanas y los meses parece erosionars­e más la confianza.

Se requiere un gran golpe de confianza a la inversión.

Así como la decisión de cancelar el aeropuerto la dañó, se requiere algo de esa dimensión pero en sentido positivo.

Hay en el gobierno algunos que perciben esto. Pero muchos no.

No les importa, de hecho. Piensan que con austeridad y combate a la corrupción, se van a conseguir todas las metas.

No creo que el objetivo de AMLO sea tener una de las tasas de crecimient­o más bajas de las últimas administra­ciones. Sería suicida.

Por eso, creo que sigue existiendo la oportunida­d de las rectificac­iones.

Más nos vale a todos.

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