El Financiero

Ataque en Plaza Artz se guio en tiempo real por teléfono celular

- DAVID SAÚL VELA dvela@elfinancie­ro.com.mx

La ejecución de Benjamín Yeshurun Sutchi y Alon Azulay, ciudadanos israelís asesinados el pasado miércoles en Plaza Artz, se dirigió en tiempo real mediante una llamada de telefonía móvil. Autoridade­s capitalina­s indicaron que Esperanza N, la única detenida como autora material del doble homicidio, tenía un teléfono móvil básico sin aplicacion­es de smartphone, en el que recibió una llamada minutos antes del ataque. A partir de ese momento, la mujer de 33 años, quien se reconoce como sicaria y dijo haber cobrado 25 mil pesos por el ataque, mediante el “manos libres” escuchó paso a paso lo que tenía que hacer.

Las autoridade­s dijeron que a la mujer se le ordenó el momento exacto de actuar, cómo cometer el crimen y por dónde huir. La llamada la habría hecho alguien que estuvo dentro del restaurant­e Hunan, donde sucedió la agresión. Esperanza N fue detenida por la policía capitalina. Según las autoridade­s, en principio se deslindó del hecho y luego dio la versión de que participó en los hechos por un tema “pasional”. Informaron que conforme pasaron las horas la mujer cayó en contradicc­iones dando una nueva versión de los hechos en los que se habría ubicado como autora material.

Dijeron que de las investigac­iones se reveló que la mujer fue contratada para cometer la doble ejecución y podría pertenecer a la estructura del Cártel del Tláhuac que dirigió el abatido Felipe de Jesús Pérez, El Ojos.

La mujer tiene su domicilio registrado en la colonia Selene, alcaldía Tláhuac, y laboró como mesera en el ahora clausurado bar KM Snacks & Beer, ubicado sobre Avenida Tláhuac, a unos pasos de la estación Nopalera de la línea 12 del Metro. La mujer fue vinculada a proceso el sábado pasado por el delito de homicidio calificado.

En la audiencia, el Ministerio Público insistió en que este doble crimen fue planeado y ejecutado mediante una “acción concertada” para asesinar a Benjamín Yeshurun Sutchi y Alon Azulay, y que detrás de esto podría haber “arreglos” con la mafia de Israel. Durante la audiencia, la defensa de la mujer alegó que las imputacion­es hechas a Esperanza N son falsas. Aseguró que ella nunca se autoinculp­ó y agregó que la investigac­ión se basa en el testimonio de una hostess y un mesero del bar donde trabajó, las cuales son “parciales, ambiguas, imprecisas y mentirosas”.

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