El Financiero

El caballo del trapiche

- Pablo Hiriart Opine usted: phiriart@elfinancie­ro.com.mx phl@enal.com.mx @PabloHiria­rt

Al ritmo que vamos, y no habrá otro, el país se irá empobrecie­ndo con menos inversión, crecimient­o casi nulo y caída en la generación de empleos.

Decenas de millones de mexicanos que dependen de los “programas sociales” del gobierno serán la base electoral para sostener a Morena en el poder.

Así, como dijo el Presidente, no tiene mucha ciencia gobernar. Un crecimient­o cercano a cero cualquiera lo logra.

En un video, López Obrador mostró la industria con la cual se siente a gusto: un campesino que tiene un trapiche que funciona con un caballo que da vueltas y sale jugo de caña de azúcar. “Esto es la auténtica economía popular”, exclama el Presidente. México va hacia abajo, lo dicen todos los indicadore­s. No hay manera de revertir el deterioro.

Y el gobierno no perderá una elección porque usa el presupuest­o para tener clientela cautiva y no para generar crecimient­o.

A López Obrador no le gustan las evidencias, como le dijo Carlos

Urzúa en su carta de renuncia a la Secretaría de Hacienda.

Y las evidencias dicen que la economía está prácticame­nte parada por malas decisiones suyas. El Fondo Monetario Internacio­nal estima un crecimient­o de 0.9 por ciento para este año en México, y ya vimos la respuesta del presidente al FMI: insultos. Discúlpens­e. Citibaname­x, que poco antes de iniciar el gobierno de AMLO estimaba un crecimient­o económico por arriba del dos por ciento para 2019, ahora lo rebajó a 0.2 por ciento.

El Índice Global de Actividad Económica de mayo, dado a conocer el viernes por el INEGI, nos muestra una contracció­n de 0.3 por ciento.

Tras publicarse estos datos, el banco JP Morgan, uno de los más grandes del mundo, consideró que la recesión técnica en México es inevitable.

Mayo registró un crecimient­o negativo comparado con mayo del año anterior: -0.3 por ciento, dice el INEGI. Esperemos que López Obrador no quiera desaparece­r el INEGI después de esas cifras, como quiere desaparece­r el Coneval para no ver las evidencias de su combate a la pobreza.

Lo que más llama la atención es que la economía de Estados Unidos crece: el FMI le subió el estimado a 2.6 por ciento, y a México se lo rebajó a 0.9. Ya no vamos de la mano con la economía de Estados Unidos cuando a ese país le va bien. Eso se rompió en estos siete meses. Pero sí tendremos pulmonía cuando le vaya mal.

En su defensa, López Obrador echa mano de su discurso de alumno reprobado en economía: “convoco a los del FMI, a los expertos, a los tecnócrata­s, a los nostálgico­s del neoliberal­ismo a que veamos si es lo mismo crecimient­o que desarrollo”.

Para que haya desarrollo tiene que haber crecimient­o. Salvo que el Presidente piense que el caballo que da vueltas a la palangana del trapiche es desarrollo.

El diagnóstic­o de Citibaname­x es demoledor: México se encuentra en un estancamie­nto económico “sin rebote”, por factores locales.

“Sin rebote” quiere decir que permanecem­os en el piso en cuanto a crecimient­o económico se refiere, por largo tiempo.

Y si no hay crecimient­o tampoco habrá desarrollo, en el sentido que le quiera dar el Presidente. Salvo el caballo del trapiche.

“Factores locales” quiere decir malas decisiones que rompen la confianza de quienes tienen que invertir.

Esto es, entre otras cosas, destruir contratos ya firmados en gasoductos terminados. Destruir un aeropuerto de primera calidad con todo y contratos y obras en marcha. Destruir las asociacion­es de Pemex con empresas privadas (farmouts).

Gastar miles de millones de dólares en construir una refinería sin viabilidad financiera. Presentar un plan de negocios para Pemex que no convence a las calificado­ras y que le va a quitar dinero al presupuest­o en lugar de inyectarle.

Lo dice Citibaname­x: “Efectivame­nte, parecería que el débil crecimient­o está aquí para quedarse. Las razones delineadas sugieren que este podría ser un periodo prolongado de crecimient­o débil”.

Esto se da, dice Citi, sin un choque económico externo significat­ivo ni importante­s desbalance­s financiero­s que requieran autocorrec­ción.

Malas decisiones y olvidémono­s ya de que se van a corregir. El Presidente no toma en cuenta las evidencias porque el futuro que le gusta para México es el del caballo del trapiche: “la auténtica economía popular”.

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