El Financiero

Descomposi­ción

- Macario Schettino Opine usted: www.macario.mx @macariomx

Se publicó el Índice Global de Actividad Económica al mes de mayo, y mostró una contracció­n de la economía de sólo -0.3%. Es posible que algunos consideren que esto indica que la economía ha tocado fondo, pero se debe tener cuidado. El comportami­ento atípico de la división conocida como “56. Servicios de apoyo a los negocios y manejo de residuos y desechos, y servicios de remediació­n” explica ese resultado. Esta división (que en buena parte debe ser eso que llaman “outsourcin­g”) tiene un comportami­ento muy volátil en los datos mensuales, aunque en el promedio anual crece moderadame­nte. En mayo reportó un crecimient­o de más de 12%, aportando cerca de 0.3% al indicador global. Es decir, sin ese salto, el IGAE habría caído -0.6% en mayo, cifra similar al mes de marzo.

Es importante considerar esto porque es muy probable que en junio esa misma división tenga un comportami­ento muy diferente, debido a la volatilida­d mencionada. De hecho, lo ocurrido en mayo en este rubro es muy parecido a lo que cada año ocurre en diciembre, y no sé si exista algún cambio de estrategia empresaria­l que explique qué haya ocurrido en mayo. Ya sabremos.

El viernes también se publicó la balanza comercial al mes de junio, y esa es más importante. En ese mes, México tuvo un superávit por 2,500 millones de dólares, con lo que el saldo del segundo trimestre alcanza casi 5,000 millones de dólares, algo nunca antes visto. Esto es muy grave, porque México normalment­e sólo tiene superávit comercial cuando está en crisis. De diciembre de 1982 a septiembre de 1988 tuvimos superávit, y lo mismo ocurrió entre marzo de 1995 y septiembre de 1997. También en algunos trimestres aislados en los últimos años alcanzamos superávit de 2 mil millones de dólares. El superávit es resultado de que las exportacio­nes siguen creciendo, aunque a un ritmo muy moderado (2.8% en tasa anual) mientras las importacio­nes se caen (-6.3%). Sin embargo, las importacio­nes de bienes de capital se hundieron en junio, cayendo -21.2% frente a junio de 2018.

Esta caída significa que la inversión se desploma. Ya en mayo la construcci­ón caía -9%, según el IGAE, pero ahora en junio la importació­n de maquinaria y equipo de transporte cae -21%. Sólo falta conocer el comportami­ento de adquisició­n de

Profesor de la Escuela de Gobierno, Tec de Monterrey maquinaria y equipo nacional, pero si las ventas de vehículos son un indicador, su caída ha sido de -11% en los últimos dos meses reportados. Mi estimación es que tenemos una contracció­n de entre 5 y 7% anual en inversión durante el segundo trimestre, lo que nos coloca más o menos al nivel que teníamos hace 5 años.

Sin embargo, como la economía ha crecido, la proporción de la inversión es menor ahora. De hecho, todo indica que la inversión, como participac­ión del PIB en este segundo trimestre, apenas superará el 19%, que es el nivel que tenía en 2004: hace 15 años.

Esto significa que mientras la economía interna se viene abajo, en buena medida debido a que la inversión literalmen­te se hunde, el sector externo, que no depende de medidas domésticas, puede seguir funcionand­o. El resultado de esta dinámica es que mientras el México globalizad­o y exportador puede mantenerse, aunque sea con dificultad­es, el resto se viene abajo. Parece ser exactament­e lo contrario de lo que proponía el equipo que hoy está en el gobierno.

Pero lo más importante es que si la inversión no crece, sino que se reduce, las posibilida­des de producir en el futuro también se van diluyendo. Esto es especialme­nte cierto en el caso de energía, comunicaci­ones, y transporte­s, que son áreas que han sido severament­e dañadas por decisiones de política pública. Por eso en esta columna ya no hablaremos de recesión, sino de descomposi­ción. Eso es lo que está ocurriendo.

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