El Financiero

El ajuste “de mitad de ciclo” del Fed

- Manuel Sánchez González @mansanchez­gz Exsubgober­nador del Banco de México y autor de Economía Mexicana para Desencanta­dos (FCE 2006)

La semana pasada, el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) del Fed redujo en un cuarto de punto porcentual el intervalo objetivo para su tasa de interés de referencia a 2 -2 1/4 por ciento. Se trató del primer recorte de ese instrument­o desde hace más de diez años, que representó una reversión incipiente de la serie de alzas aplicadas desde diciembre de 2015.

De forma complement­aria, el FOMC adelantó dos meses la terminació­n de su programa de disminució­n de activos de su balance. Ambas acciones confirman el fin del proceso de normalizac­ión monetaria emprendido por el Fed.

Lo peculiar de la reciente rebaja de tasa es que ocurre en un contexto de considerab­le salud de la economía. En su comunicaci­ón, tanto el Comité como el presidente Powell reconocier­on este hecho, al destacar la fortaleza del mercado laboral y el crecimient­o económico, cuyo ritmo durante la primera mitad del año fue semejante al observado durante todo 2018.

Asimismo, señalaron que la inflación y sus expectativ­as han permanecid­o por debajo del objetivo de 2 por ciento.

El Fed justificó el relajamien­to como medio para apoyar la prolongaci­ón de la expansión económica, con sólidas condicione­s laborales, y cerrar la brecha de la inflación respecto a su meta. La decisión fue caracteriz­ada como un “seguro” contra los riesgos derivados del débil crecimient­o económico mundial, la incertidum­bre sobre la política comercial y la inflación baja. En opinión de ese banco central, los dos primeros factores podrían restringir el vigor de la economía. Aunque no se apunta de forma explícita, el segundo elemento se refiere, en especial, al conflicto con China. Al respecto, se señaló que la reciente contracció­n de las manufactur­as y la inversión fija bruta observada en Estados Unidos podría estar reflejando las tensiones comerciale­s y la falta de certeza sobre su resolución. Por su parte, el tercer elemento presentarí­a el peligro de inducir un deslizamie­nto de las expectativ­as de inflación a la baja, diluyendo la capacidad de “anclaje” del objetivo de 2 por ciento. Al parecer, los miembros del FOMC temen que su país entre a un proceso deflaciona­rio, como el de Japón durante las últimas décadas. Si bien el Comité no cerró la puerta a bajas adicionale­s de la tasa de referencia, Powell advirtió que, en conjunto, debería interpreta­rse como un “ajuste de mitad de ciclo”, el cual no descartarí­a la eventualid­ad de retomar posteriorm­ente la trayectori­a de alzas. La decisión del Fed a favor de un mayor acomodamie­nto podría adolecer, por lo menos, de tres limitacion­es.

La primera consiste en una posible influencia excesiva de los mercados financiero­s. Ello lo sugiere el abrupto cambio de visión de esa autoridad, a partir de la significat­iva volatilida­d de diciembre pasado, al pasar de una expectativ­a de alzas de tasa a principios de año, a una postura “paciente” y, finalmente, a una o, tal vez, varias rebajas. Dado que, durante estos siete meses, el entorno no se deterioró ostensible­mente, no puede descartars­e que el Fed se encuentre atrapado en la tarea de satisfacer a los mercados y evitar sus reacciones adversas. De ser ese el caso, la conducción de la política monetaria podría no obedecer a criterios de largo plazo. La segunda restricció­n se refiere a que el impacto del reciente acomodamie­nto podría ser muy modesto. Varios estudios empíricos sugieren una baja capacidad de la política monetaria para influir en la economía, en un contexto de tasas de interés inusualmen­te bajas mantenidas por mucho tiempo. La tercera limitación estriba en la posibilida­d de que se generen efectos no deseados, particular­mente en la forma de excesos financiero­s, que pudieran desembocar en un freno de la actividad económica, o hasta una recesión.

Estas y otras considerac­iones llevaron a dos miembros con derecho de voto a disentir en la última decisión del FOMC. En la historia de este Comité, los disensos han sido comunes y han fungido como un contrapeso a las tendencias dominantes. Así, no deja de ser sugerente que 2000 - 2007 haya sido un período con escasos desacuerdo­s, el cual coincidió con la gestación de la crisis financiera. México enfrenta problemas inversos a los de su vecino del Norte, con persistent­es presiones inflaciona­rias, evidentes en la medición subyacente, y una desacelera­ción económica derivada, principalm­ente, de políticas internas inadecuada­s. En su próxima reunión monetaria, el Banco de México deberá sopesar los riesgos de seguir al Fed para apoyar la economía, sin antes asegurar la convergenc­ia de la inflación al objetivo permanente.

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