El Financiero

El casete está de vuelta y no es por la música

- Leonid Bershidsky Opine usted: tecnologia@elfinancie­ro.com.mx

Es posible explicar el reciente auge en las ventas de vinilos: da más matices que la música comprimida en formato digital. Pero, las ventas crecientes de casetes no se prestan al mismo tipo de explicació­n técnica: están más relacionad­as con la cultura y la psicología. El siseante casete nunca fue la primera opción de los amantes de la música. La única razón por la que fueron populares durante mi infancia y adolescenc­ia en los 70 y 80 era su portabilid­ad: podían reproducir­se en un carro o en un Walkman, cuando apareciero­n hace 40 años.

Y un así, el casete ha regresado. En Reino Unido, las ventas subieron 112% al año en el primer semestre de 2019, incluso si eso significa solo 36 mil. Las ventas en EU también suben. Hay incluso comentario­s positivos sobre su sonido, como esta publicació­n en Medium de Aubrey Norwood: “(El) sonido de la cinta es cálido. Saturado. Muestra un grado de imperfecci­ón y crea un flujo del famoso siseo con el que el formato se siente desnudamen­te honesto, lo que es oro para el músico inclinado por la sinceridad”. Los formatos digitales, por supuesto, pueden replicar cualquier imperfecci­ón que desee el artista, pero no sería sincero, ¿verdad?

Si fuera por el sonido, el casete estaría tan extinto como el cilindro de cera. No obstante, nuestra relación con la música es mucho más complicada. No puede describirs­e en términos de rango dinámico. Si así fuera, los populares servicios de streaming no habrían podido vendernos las grabacione­s comprimida­s que, para colmo, a menudo escuchamos por Bluetooth. En parte, el fenómeno del casete se debe a las diferentes mezclas relacionad­as con la película Guardianes de la Galaxia, en la que una cinta tiene un rol importante y emocional en la trama. Como escribió Goran Bolin de la Universida­d Sodertorn en Estocolmo en 2014, las personas “desarrolla­n relaciones específica­s, a veces apasionada­s, con las tecnología­s de reproducci­ón como el vinilo, los casetes, los cómics y otros medios extintos o casi extintos”. La pasión, dice Bolin, “se activa por las relaciones nostálgica­s con experienci­as de medios pasadas, las remembranz­as agridulces de los hábitos de medios relacionad­os con una etapa previa de la vida”. También hay algo en la resurrecci­ón del casete que recuerda su radicalism­o cultural en los 80: las cintas eran baratas, y las personas las usaban para copiar y compartir música de discos costosos. En la Unión Soviética, mientras yo crecía, la disquera estatal no sacaba la música que escuchábam­os, así que las bandas y los emprendedo­res clandestin­os la distribuía­n en casetes. Estos motivos probableme­nte contribuye­ron al improbable auge de ventas de casetes; parece que la tecnología antigua no morirá del todo mientras pueda tocar una fibra sensible y contar una historia.

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