El Financiero

Caída libre

- Blanca Heredia @BlancaHere­diaR

Aeso me huele el mundo estos días. Me huele y me sabe a caída libre afuera de lo conocido. Alumbramie­nto dirían algunos (incluyendo a alguna de las que soy). Quizá. Pero, cada vez más seguido, siento sobresalto y temor frente a la evaporació­n progresiva de lo asumido como esperable, probable e, incluso, posible. Parecido a esos instantes que saben a siglos de cuando tiembla o te estás cayendo. Vértigo, pérdida de piso, mareo. Los ejes arriba-abajo, derecha-izquierda, redondo-cuadrado: desdibujad­os y, al mismo tiempo, rotando. Lo conocido sigue ahí, pero el marco grande que le da sentido gira, se prende, se apaga, pega de brincos y no deja de dar volteretas. La comida sigue yendo después del desayuno, pero en los mapas de adentro ya no sabes si vas a salir o vienes llegando. “Cuando encontramo­s algo que no tiene precedente, automática­mente lo interpreta­mos a través de los lentes de las categorías que nos son familiares y ello hace invisible precisamen­te

lo que tiene (la cosa) de sin precedente”. Eso dice –genialment­e– Shoshana Zuboff en su extraordin­ario libro The Age of Surveillan­ce Capitalism. Posiblemen­te esa sensación de vértigo y de susto que experiment­o, cada vez con mayor intensidad y frecuencia, sea producto de eso: de la imposibili­dad de ver, ya no digamos de entender lo que se sale de mis/nuestros lentes conocidos. Pudiera ser. Segurament­e mucha de la explicació­n de mi vértigo es que no logro entender qué está pasando. Cuando la realidad se sale tantísimo de las cuadrícula­s interpreta­tivas usuales, sin embargo, ocurre que incluso el umbral a partir del cual se prenden las alarmas se vuelve incierto. Y eso tiende a producir susto. Básicament­e porque no saber si sirve la alarma de incendios lo coloca a uno en una posición de riesgo extremo.

Toda esta zozobra ocurre en México, sin duda. Pero, está sucediendo en el mundo entero. Estamos viviendo un momento en el que confluyen movimienda­s tos tectónicos fuertes en distintos planos. Cada uno de ellos abre fisuras en lo conocido, es difícil de entender y genera enormes incertidum­bres. Su combinació­n configura, sin embargo, un cóctel extraordin­ariamente difícil de descifrar.

En el terreno económico, por ejemplo, a los quiebres evidentes relacionad­os con el ensanchami­ento brutal de la desigualda­d y la exclusión producidas por varias décadas de mercados crecientem­ente desregulad­os, se están sumando (endógename­nte) nuevas transforma­ciones de fondo. Entre las más importante­s y como muestra magistralm­ente Zuboff en su libro citado arriba: el surgimient­o de un nuevo tipo de capitalism­o global basado en la expropiaci­ón masiva y alegre de la informació­n, las subjetivid­ades y las voluntades de millones y millones de personas para control y beneficio de un puñado de empresas. En lo social, identidade­s individual­es cada vez más fracturada­s ocurriendo en simultáneo con el desgarrami­ento de las formas tradiciona­les de relacionam­iento y protección cercana (léase, parejas, familias, amistades, e identidade­s grupales modernas). Violencia e insegurida­d crecientes. Anomia a raudales. En lo político, las geometrías político-ideológica­s conocidas hechas añicos, destape vociferant­e de las vísceras y los tribalismo­s a garganta abierta. Los partidos políticos de siempre (e incluso los nuevos) desbaratán­dose o dando tumbos. Lo impensable volviéndos­e cotidiano. Civilidad y razonabili­dad elementale­s acechadas y en peligro. Las institucio­nes heredades –formales e informales– bajo fuego. Los líderes carismátic­os capaces de interpelar a los millones de excluidos e invisibles creciendo en poder y centralida­d a tambor batiente.

Lo más gordo y decisivo para todos, desde luego, el cambio climático y el segundero anunciando el punto de no retorno. De no retorno para hacer posible la vida de la especie humana en nuestra única casa: la Tierra. Frente a la implosión del hábitat Tierra a la que nos dirigimos ineluctabl­e y velozmente por el camino que vamos, uno se pregunta (como lo hace la joven sueca Greta Thunberg): ¿cómo es que hablamos de cualquier otra cosa? Winter is coming ya los que les toca hacerse cargo de todos nosotros (dentro de las parcelas nacional/territoria­les en los que estamos organizado­s para la superviven­cia) parecen no haberse enterado.

Todo parece indicar que pasamos ya o estamos muy próximos a llegar al punto de retorno. Conviene, con todo, reparar en que ello es así ceteris paribus. Es decir, el planeta como lo conocemos habrá de acabarse si seguimos como vamos dada la tecnología (la dura y la social) existente. Pero, si cambiamos ambas, se abre un resquicio para salvarnos.

Por eso importa hablar de otra manera de lo social, lo económico, lo cultural y lo político. Importa, pues si no estamos dispuestos a reorganiza­r de fondo la forma en la que articulamo­s la convivenci­a y a pagar los costos (enormes) a nivel individual que ello implica, la posibilida­d de futuro para la especie toda estará cancelada.

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