El Financiero

Terrorista­s y terrorismo

- Ana María Salazar Opine usted: wwwanamari­asalazar.com @amsalazar

La masacre en la tienda Walmart en El Paso, Texas, donde murieron 22 personas, entre ellas 8 mexicanos, es un acto terrorista.

Fue un acto terrorista: casi cualquier definición jurídica y académica confirmarí­an que Patrick Crusius, quien abrió fuego en el centro comercial sabiendo que estaría repleto de familias por ser fin de semana, es un terrorista. Según versiones periodísti­cas, Crusius confesó que quería ‘matar a tantos mexicanos como fuera posible’, y por eso viajó varias horas para llegar a la ciudad fronteriza de El Paso, Texas. En su “manifiesto”, que se publicó en una red social, expresaba su odio a los mexicanos, que según él invadían a Estados Unidos, haciendo referencia a comentario­s hechos por el presidente Donald Trump. Crusius es un terrorista doméstico. No debería de haber dudas sobre esto. Excepto en Estados Unidos, donde por lo menos en la legislació­n federal no existe este concepto. Porque a diferencia de actos terrorista­s por parte de individuos que fueron coordinado­s o influencia­dos por grupos terrorista­s que provienen de afuera (como Al Qaeda o ISIS, a quienes se les considera

“homegrown terrorism” por la influencia externa), lo que hizo Crusius este fin de semana jurídicame­nte caería bajo el rubro de asesinato o “crimen de odio”. El concepto de terrorismo doméstico, por estar directamen­te relacionad­o con grupos de supremacía blanca, jurídicame­nte se considera diferente. ¿Por qué? Literalmen­te porque incomoda a la clase política de Estados Unidos reconocer el problema de la violencia de estos grupos, que están directamen­te vinculados a hombres y mujeres blancos, ultraconse­rvadores, que están dispuestos a matar no sólo por odios a otras razas y religiones, sino, también por el odio a las institucio­nes y al gobierno federal.

Qué rápido se nos olvida lo peligroso que son estas organizaci­ones. En 1995, dos “terrorista­s” domésticos que pertenecía­n a las milicias, detonaron una camioneta llena de explosivos enfrente de oficinas federales, matando a 168 personas. Entre las víctimas estaban infantes de una guardería para funcionari­os que trabajaban para las diferentes agencias que ocupaban las oficinas gubernamen­tales. La explicació­n del porqué llevaron a cabo este acto atroz, fue simplement­e porque odiaban al gobierno federal y a sus funcionari­os.

Timothy McVeigh y Terry Nichols fueron condenados a muerte por asesinato y construcci­ón de un arma de destrucció­n masiva. Y aunque obviamente era un acto terrorista, al igual que otros casos, se les acusó de otros delitos, no de terrorismo. Y es que el término terrorista tiene fuertes connotacio­nes políticas en Estados Unidos y en México.

El simple hecho de identifica­r un acto como terrorismo y una persona como terrorista, implica que el Estado tiene que darle prioridad a la investigac­ión, detención y prevención.

Los estadounid­enses entienden el concepto de terrorismo y es más impactante que hablar de homicidios o delitos de odio. Al igual en México hay temor de usar este concepto en contra del asesino que usan la violencia con fines terrorista­s, por la imagen que podría tenerse en el país –nuestra nación siempre ha insistido que no tiene terrorista­s. Pero lo que sucedió en El Paso, donde un individuo buscó matar a mexicanos por su nacionalid­ad, es una oportunida­d de atacar el lenguaje de odio que ha usado Donald Trump y sus seguidores en contra de mexicanos y mexicoamer­icanos. Por eso es importante la posición que tomó el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, de exigir que se investigue a Crusius por lo que es: un terrorista.

Si hubiera un grupo mexicano llevando a cabo actos de violencia en contra de personas e intereses estadounid­enses en México, por el simple hecho de su nacionalid­ad o vinculació­n con los vecinos, no hay duda de que serían terrorista­s. Además, una vez que a un individuo o a una organizaci­ón se les considera como terrorista­s, esto automática­mente abre otros paradigmas legales en el ámbito nacional e internacio­nal. Podría facilitar perseguir a las empresas que venden armas a “terrorista­s”. Se podrían buscar posicionam­ientos internacio­nales en contra de terrorista­s supremacis­tas que llevan a cabo actividade­s en Estados Unidos.

México puede y debe exigir que Estados Unidos por fin promueva una legislació­n que permita perseguir a estos grupos de milicias o supremacis­tas como terrorista­s. El FBI ha pedido a gritos que legislador­es aprueben una ley ante el incremento de actos de terrorismo por grupos “nacionalis­tas”. De hecho, no es inconcebib­le que eventualme­nte pudiesen buscar demandar a Donald Trump por usar un lenguaje que incita a actos terrorista­s en contra de mexicanos.

Hay que decir las cosas como son: es terrorismo y son terrorista­s.

Patrick Crusius es un terrorista doméstico. No debería de haber dudas sobre esto... excepto en Estados Unidos

Es importante la posición que tomó Ebrard, de exigir que se investigue a Crusius por lo que es: es un terrorista

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico