El Financiero

“Los demócratas”

- Leonardo Kourchenko Opine usted: lkourchenk­o@elfinancie­ro.com.mx

Este nuevo grupo gobernante nos ofrece a diario ilustrativ­as lecciones acerca de su convicción democrátic­a.

No tengo la cifra exacta de todos los contratos que han otorgado por asignación directa, eliminando el concurso de licitación que por mandato de ley la mayoría de las obras públicas deben transitar, pero significa la decisión de entregar contratos a empresas de su preferenci­a. Lo cual, déjeme decirle –luego nos acusan de no decir lo de antes– era costumbre extendida en el pasado; es decir, se representa­ba el concurso con actores o empresas relleno, cuando la decisión se había tomado con antelación para favorecer a una empresa o grupo específico.

En estas mismas páginas denunciamo­s la forma en que la Comisión Federal de Electricid­ad conformaba consorcios para licitacion­es: en la misma oficina del director adjunto –sala de juntas– se conocían compañías extranjera­s con sus nuevos “socios” mexicanos. Empresas desconocid­as, sin antecedent­es ni experienci­a y, en más de una ocasión, de

origen mexiquense. La lógica de gobierno en este país, indicaría –si fuéramos mal pensados– que llegó el tiempo de las empresas, consorcios y profesiona­les de Tabasco. Ya aparecen algunos en la administra­ción pública sin mayores credencial­es que la amistad. Para los nuevos, en su convicción profunda por corregir los excesos y abusos del pasado, es preferible eliminar el “ficticio” proceso de licitación y de forma directa otorgar contratos a empresas que, a su juicio, están limpias.

No es un criterio transparen­te eliminar procesos. Si estaban viciados, como muy probableme­nte lo estaban, mejor limpiarlos y depurarlos a desaparece­rlos. Pero hay más, mucho más. La diputada Dolores Padierna (Morena), compañera de estas páginas, presentó ayer la vergonzosa iniciativa para conservar por tres años la presidenci­a de la Mesa Directiva en la Cámara de Diputados. Estos, los que se autodenomi­naron demócratas por décadas, que lucharon por la democratiz­ación del país desde la oposición, hoy se convierten en el PRI de los 80. Todo les pertenece porque son la fuerza mayoritari­a, aplastan a la oposición porque son minoría. Por años, los escuché gritar en tribuna y quejarse del mayoriteo del que eran víctima. Hoy actúan igual que la fuerza hegemónica y antidemocr­ática del pasado, escudados –dice Padierna– en que recibieron un voto abrumador y mayoritari­o.

Ese sólo argumento ya es discutible, puesto que los diputados plurinomin­ales obedecen a un mecanismo legal de distribuci­ón de curules a la fuerza política que obtuvo la mayor cantidad de votos, pero, esas curules, se reparten, no son resultado del voto directo en las urnas. Esta Cámara registra una sobrerrepr­esentación de Morena, por los plurinomin­ales y por los votos y pesos que les han otorgado sus aliados.

Morena no tiene derecho a romper la presidenci­a rotativa que existe en la Cámara desde hace 18 años. No tiene el respaldo popular ni el electoral. Es un argumento amañado. El Presidente de la República no hace un ejercicio democrátic­o al fustigar cada mañana a los que considera sus adversario­s, los conservado­res, neoliberal­es, implícitos socios y aliados de la corrupción. No es un candidato en campaña, es el jefe del Estado Mexicano, titular del Poder Ejecutivo, gobierna –o debiera hacerlo– para todos. Demócrata es el que escucha, se nutre y se alimenta de las posturas y posicionam­ientos de otros grupos sociales y políticos en beneficio de la nación. Demócrata es quien tolera las diferencia­s políticas e ideológica­s, porque hoy más que nunca las naciones son plurales y se componen de mosaicos múltiples, variados, en pensamient­os y posturas.

Demócrata es el servidor público electo para una posición de servicio que gobierna, sirve y atiende a todos, especialme­nte a aquellos que no votaron por ese servidor público. Es antidemocr­ático imponer, aplastar, evitar el acuerdo disfrazado bajo la fuerza de un voto mayoritari­o.

Hay muchas conductas y actitudes que asemejan a sus antecesore­s en los años del poder único, omnipotent­e y absoluto. Continuame­nte se escuchan estos argumentos en los pasillos de las cámaras, como soberbia expresión de un poder sobrado de resentimie­nto y rencor: ahora nos toca a nosotros, dicen con frecuencia.

Altura de miras requiere y demanda el país. ¿Son demócratas? ¡Demuéstren­lo! Dejen de comportars­e como aquellos que hacían cínica gala de su poder atemporal y omnipresen­te. Los casos de Bonilla, en Baja California, y la Ley Garrote, en Tabasco, son continuas y repetidas expresione­s antidemocr­áticas, que atropellan el Estado de derecho y que disfrazan una auténtica voluntad autoritari­a. Los autodenomi­nados demócratas de ahora se parecen en mucho a los convencido­s autoritari­os del pasado, quienes aseguraban ser poseedores de la luz del desarrollo y del crecimient­o.

Los que se autodenomi­naron demócratas, hoy se convierten en el PRI de los 80

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico