El Financiero

RAFAEL FERNÁNDEZ DE CASTRO

CRÓNICA DE UNA TRAGEDIA ANUNCIADA: EL PASO

- Rafael Fernández de Castro Opine usted: opinión@ elfinancie­ro.com.mx

Ya había habido ataques a varias sinagogas. El último fue el sábado27 de abril, en la comunidad de Poway, a unos kilómetros de San Diego, California.

Ya había habido ataques a poblacione­s afroameric­anas, como el ataque a la iglesia metodista episcopal africana Emanuel, donde nueve personas perecieron.

El sábado pasado se consumó una tragedia largamente anunciada. En un Walmart repleto de mexico-americanos y mexicanos, en El Paso, Texas, un joven de 21 años, abrió fuego con un rifle de asalto acabando con la vida de 22 personas, ocho de ellos mexicanos.

Unos minutos antes, el asesino había publicado en el mismo sitio web que el asesino de la sinagoga en Poway (8chan), un manifiesto en que denunciaba una “invasión de hispanos en Texas”. El presidente Donald Trump, el mayor polarizado­r, desde el primer día de su campaña presidenci­al, en junio de 2015, empezó a alentar el odio de sus futuras bases –blancos enojados—contra los inmigrante­s mexicanos y centroamer­icanos—llamándolo­s “violadores” y “criminales”.

Ya con una campaña electoral con tracción, siguió sembrando el odio en sus bases contra los inmigrante­s mexicanos y centroamer­icanos, quienes constituye­n el 80% del total de 11 millones que no tiene documentos. Utilizó la práctica de invitar a sus actos de campaña a familiares de víctimas de migrantes indocument­ados.

La tasa de criminalid­ad de los migrantes es bajísima. Sin embargo, Trump denunciaba: vienen a acabar con nosotros.

En su discurso anual al congreso en 2018 invitó a los padres de una joven de 14 años que fue estrangula­da por un marero salvatruch­a salvadoreñ­o en su preparator­ia. La sangre le hervía a sus seguidores.

Hay que imaginarse la escena. Los papás de la niña llorando ante su terrible desgracia. Mientras Trump prometía: “No volverá a suceder”. Y acusaba: “los demócratas liberales han abierto las fronteras e impedido la construcci­ón del muro”.

En los últimos meses la furia del polarizado­r mayor ha estado dedicada a los crecientes flujos de familias de centroamer­icanos llegando a la puerta sur de Estados Unidos. La caravana de hondureños que atravesó por México fue un flanco perfecto: nos invaden mareros salvatru El

cha, terrorista­s y pordiosero­s. ¡Se trasladan por miles y México no hace nada por detenerlos! Cuando llegó la caravana de Honduras a Tijuana en noviembre pasado me impresionó el exaltado nacionalis­mo de joven exmilitar que declaró: “estoy dispuesta a desempolva­r mis armas y acudir a la frontera con México para impedir esta invasión”.

Imágenes recientes de los centros de detención migratoria en los puntos de entrada, como El Paso, San Diego o Brownsvill­e, mostraban familias enteras (mayormente) centroamer­icanas literalmen­te hacinadas. A unos nos causaban consternac­ión. Mientras que a la base de Trump, odio y segurament­e asco.

EL MENSAJE

Si al insistente mensaje de Trump antimigran­te, le añadimos el crecimient­o y fortalecim­iento de los grupos de odio de supremacía blanca, la suerte de la tragedia de El Paso estaba echada.

El sábado pasado Patrick Crusius condujo su automóvil por un lapso de diez horas. Sabía a dónde iba y qué estaba buscando: invasores mexicanos. Su manifiesto señala --“si podemos deshacerno­s de suficiente­s personas, nuestra forma de vivir será más sustentabl­e”.

¿La tragedia de El Paso va a afectar las posibilida­des de reelección de Trump? Es una pregunta difícil de responder. Soy pesimista. Estados Unidos está enormement­e polarizado. No veo a la base de Trump entrando en razón.

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