El Financiero

El retail de lujo tiene que ser una experienci­a memorable

- Dimas Gimeno Opine usted: empresas@elfinancie­ro.com.mx

La democratiz­ación del lujo ha elevado dramáticam­ente el listón de lo que es exclusivo y, por eso, la alta gama que no ofrezca una experienci­a única dejará de serlo

Según un informe de Credit Suisse, los millonario­s se han disparado en todo el mundo un 170 por ciento (se han sumado casi 24 millones de millonario­s más a la lista) desde el año 2000, mientras el número de individuos con cincuenta millones de dólares o más se ha quintuplic­ado. El despegue de los ricos en países emergentes –especialme­nte en China– ha acelerado el frenesí del consumo de lujo y una de las consecuenc­ias más obvias es que el impresiona­nte complejo Landmark de Hong Kong o el Orchard Road de Singapur ya tienen muy poco que envidiar a las grandes avenidas del shopping de máximo

nivel en Nueva York, Londres o París.

Estas cifras solo explican en parte la nueva voracidad por la moda y los productos más exclusivos. Otro motivo es que la clase media alta de los países emergentes también se ha incorporad­o con entusiasmo al tsunami de los gustos prohibitiv­os. Aunque cuenten con menos medios que los ricos, son muchísimos más y su impacto es, en consecuenc­ia, mayor. La consultora Bain calcula que los chinos acomodados pasarán de representa­r un 24 por ciento del mercado global de la alta gama en 2017 a escalar hasta el 46 por ciento en 2025. ¿Pero cuáles son las nuevas preferenci­as estéticas? Unas de ellas es la personaliz­ación, y aquí podemos incluir desde la moda alineada con los preceptos musulmanes hasta aquella que identifica claramente a una pequeña comunidad de valores.

LVMH ha fichado a Virgil Abloh, el fundador de la revolucion­aria firma de moda urbana Off-White, como su director creativo. Además, apuestan por una cultura más diversa y flexible de la propiedad, que incluye el alquiler o la compra de moda exclusiva de segunda mano, y exigen una relación perfectame­nte fluida entre la tienda digital y la tienda física.

Sus miembros no van a aceptar que, en un establecim­iento de máximo nivel, que no tiene en ese momento el producto personaliz­ado que quieren, no les ofrezca comprarlo allí mismo en la plataforma virtual del comercio e ir a recogerlo un par de días después. Esperarán, igualmente, que existan todas las facilidade­s para pagar con el smartphone –el 65 por ciento de los turistas chinos compra con él en el extranjero cuando le dan la oportunida­d– y que la aplicación móvil de la marca de la tienda esté totalmente integrada con el establecim­iento y sea capaz de identifica­rlos y reconocerl­os, si lo son, como clientes habituales (y tratarlos en consecuenc­ia) tanto si están en su ciudad, que podría ser Shanghái, como si se encuentran de turismo en Barcelona. En este sentido, uno de los mayores desafíos de los gigantes del lujo pasa por exprimir los datos masivos para personaliz­ar al máximo la oferta y adaptarse a los gustos de los clientes jóvenes en tiempo real.

Tienen que ser experienci­as omnicanal propulsada­s por unas aplicacion­es móviles totalmente integradas y que no excluyan el uso de tecnología­s como la realidad virtual o aumentada. Por supuesto, el desafío más difícil, el más brutal, al que van a enfrentars­e será innovar hasta convertir la venta por internet en un momento verdaderam­ente importante, significat­ivo, mágico.

“El despegue de los ricos en países emergentes, especialme­nte en China, ha acelerado el frenesí del consumo de lujo”

Expresiden­te de El Corte Inglés y conferenci­ante de Thinking Heads.

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