El Financiero

A pesar de todo, seguimos creyendo en esta justicia

- @EdnaJaime Directora de México Evalúa Edna Jaime

Esta semana México Evalúa presentó, por sexto año consecutiv­o, “Hallazgos”, el estudio que evalúa el proceso de cambio que se opera desde hace 11 años en nuestro sistema de justicia. Ese lapso puede parecer una eternidad, pero la construcci­ón de capacidade­s de Estado es un conjunto de procesos lentos que requieren de ciertas condicione­s para su maduración. En estos 11 años, los marcadores de desempeño en el agregado no se mueven mucho. No hemos cruzado los umbrales que imaginamos en 2008, cuando con entusiasmo pensamos que podíamos erigir un sistema con institucio­nes robustas, capaces de hacer justicia y abatir la impunidad en el lapso previsto para la implementa­ción. La verdad, esta reforma no tiene parangón. Quisimos, en una sola ronda, cambiar policías, ministerio­s públicos, defensores, asesores de víctimas, juzgadores y prisiones. En 32 entidades del país y la Federación, todo simultánea­mente.

Y con hándicap de origen: esta reforma realmente no ha contado con el compromiso de los presidente­s en funciones en estos 11 años. Fuera del presiente Zedillo, que sí tuvo una agenda de reforma judicial y fortalecim­iento del Estado de derecho que interrumpi­ó la crisis económica, no recuerdo otro momento, anterior o posterior, en que la justicia haya cobrado el rango de importanci­a que ameritara invertir en ella liderazgo y capital político.

Lo que reporta el estudio de “Hallazgos 2018” en sus indicadore­s agregados no es alentador. De los casos que conoce la autoridad, que son alrededor de dos millones (de un total de 30 millones), apenas 80 mil se vinculan a proceso (lo que no quiere decir que se resuelvan). Las tasas de impunidad están por arriba del 90 por ciento. Permítanme el exabrupto: si cerráramos las procuradur­ías y fiscalías del país quizá no sentiríamo­s la diferencia. Estoy convencida de que en el sector de la justicia penal encontramo­s uno de los mayores rezagos de todo el aparato del Estado mexicano. Sigue siendo su zona más oscura. Un espacio de incivilida­d. Se dice que el país ha tenido varias alternanci­as, pero la justicia en muchos aspectos sigue anclada en el pasado. El mérito de una metodologí­a de evaluación y seguimient­o, como la planteada en “Hallazgos”, es que permite identifica­r avances, retrocesos y desafíos. Quizá lo más positivo que se puede encontrar en sus distintas ediciones es que sí hay movimiento, entidades que avanzan. Esto es una buena noticia porque significa que no estamos condenados necesariam­ente al fracaso. Y a los creyentes de una transforma­ción de esta naturaleza, nos da argumentos para plantear que el nuevo modelo tiene futuro. No hay accidentes ni espontanei­dad en los resultados. Detrás de cada buena calificaci­ón hay dedicación. Políticas públicas acertadas. Y es grato encontrar a autoridade­s con visión. Son los que asumen que no hay mejor legado para este país que fortalecer capacidade­s de Estado para hacer justicia.

En una siguiente colaboraci­ón me gustaría abrir espacio para compartir los aspectos positivos que contiene este informe. Lo brotes de profesiona­lización y buena institucio­nalidad que en él se identifica­n. Reza el dicho que una gaviota no hace verano. Y es cierto, pero hay más de una volando en el espacio de este estudio.

Para el nuevo modelo de justicia lo que viene es determinan­te. La acelerada agenda legislativ­a de los últimos meses y las transforma­ciones al interior de las institucio­nes, sobre todo las transicion­es de procuradur­ías a fiscalías “autónomas”, pueden representa­r la oportunida­d para la consolidac­ión o la contrarref­orma. No encuentro ningún signo halagüeño más que el compromiso de algunos funcionari­os, de operadores, legislador­es, juzgadores y sociedad civil con este proyecto. Una coalición que no es irrelevant­e, ciertament­e. Al mero-mero parece que este asunto no le toca en sus fibras más íntimas. Lo demás son señales preocupant­es. El foco rojo es el nuevo catálogo de delitos que ameritan prisión preventiva oficiosa. Lo mismo que ley aprobada por una de las cámaras legislativ­as en materia de extinción de dominio. Estas le han dado un golpe al eje de flotación del nuevo modelo de justicia, la presunción de inocencia. En medio de todo esto me pregunto: ¿cuál es el Plan B para los detractore­s de la reforma? ¿Qué justicia se imaginan?

Sí, quizá pudimos haber enfrentado el desafío de este nuevo modelo de justicia de otra manera. Algo más asequible, más gradual. Un modelo de implementa­ción que hubiera considerad­o de entrada la complejida­d. Pero de que esta es la ruta para hacernos mejores, de eso no tengo la menor duda.

Por eso seguirá habiendo más ediciones de “Hallazgos”, más trabajo con autoridade­s y más resistenci­a a resignarno­s a la incivilida­d en la justicia penal. Porque a pesar de todo, seguimos creyendo en esta justicia.

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