¿Quién ganará?
La imagen del siguiente México bien pudo ser retratada en estos Juegos Panamericanos de Lima. La actitud de jóvenes fuertes y disciplinados luce como una revolución.
Hay varias revoluciones en marcha. Una de ellas la tienen en casa. Si tienen jóvenes clasemedieros cerca, hagan la prueba y pregúntenles para qué ahorran: ¿para un coche o para su próximo celular? Y si quieren un coche… ¿prefieren Mercedes Benz o Tesla? Sus respuestas pueden ser muy distintas de aquellas que darían miembros de la generación X o los baby boomers.
Las ventas de autos están estancadas en el mejor de los casos en Norteamérica —en México van a la baja— pero en ese contexto Tesla, de Elon Musk, aumenta ingresos y rentabilidad. Dejó de perder dinero en 2016 y este año podría alcanzar un margen del 10 por ciento. El más alto en su joven historia.
Ford ya pretende armar vehículos eléctricos, incluso en México; Nissan y GM ya ofrecen versiones de estos productos… todo en un contexto en el que un adolescente tiene acceso al servicio de Uber o Didi en su mano y quizás por decisión propia no quiera jamás tener un auto propio.
¿Conviene en este escenario celebrar las inversiones en manufactura o infraestructura para vehículos a gasolina? La mentalidad de los gobernantes parece estar lejos de una verdadera relación con el presente. México tiene la generación urbana más grande de su historia en el momento en el que la gente ya no se acuerda del campo y las fábricas lucen cada vez más como una red de rescate del desempleo, solamente eso. Un secretario de economía estatal me confió recientemente que si bien su meta es llevar más fábricas a su estado para reducir la miseria, los hijos de esta generación deben ser inmediatamente vinculados a educación de tecnologías de la información en escuelas que ya están operando. Porque éstas van a cambiarlo todo y es su camino a una verdadera salida de la marginación. Un Tesla no es un coche eléctrico. Es un servicio de transporte y comunicaciones autónomo de bajo impacto ambiental.
Los políticos bien harían en comprender cómo ayudar a los mexicanos a subirse a esa nave de alta velocidad que fue la digitalización y que ahora es la demanda de inteligencia artificial usada para todo: para comunicarnos, para transportarnos, para comprar, para curarnos. Los políticos deberían saltar de
una narrativa de rescate de la pobreza y la corrupción a una que en verdad ponga a la gente en marcha hacia el propósito de enriquecerse lícitamente y de manera sustentable, sin dañar el ambiente.
Eso pasa por aprender de programación que cree eficiencias, de blockchain que sirva, por ejemplo, para evitar que las tarjetas de crédito fallen en pleno fin de semana, de cadenas de suministro digital que lleven más dinero a las compañías a la vez que evitan contaminantes traslados innecesarios.
Una nueva narrativa pasa por antojarles a los más jóvenes un futuro lleno de soluciones creadas por ellos. Pero hoy en México a los chavos los vinculan todavía con trenes, con refinerías, con monótonas fábricas, con resolver los mismos problemas que infructuosamente intentaron resolver sus abuelos.
Ojalá que México se parezca cada vez más a sus jóvenes ganadores de los Panamericanos.
“Las ventas de autos están estancadas en el mejor de los casos en Norteamérica, en México van a la baja”
“Una nueva narrativa pasa por antojarles a los más jóvenes un futuro lleno de soluciones creadas por ellos”