Ya preocúpate, Rosario
En los albores de la pasada administración federal, ante la denuncia de presuntos desvíos de recursos etiquetados a programas sociales para fines electorales en favor del PRI, el recién estrenado presidente Enrique Peña Nieto dio público y sonoro espaldarazo a la entonces secretaria de Desarrollo Social: “Rosario, no te preocupes, hay que aguantar, porque han empezado las críticas, las descalificaciones de aquellos a quienes les ocupa y preocupa la política y las elecciones…”. Imposible imaginar, en ese entonces, el desenlace que tendría el sexenio y el apabullante triunfo morenista, cuya bandera de campaña fue, precisamente, el combate a la corrupción y la impunidad, de la que hizo gala el gobierno en turno y que dejó como herencia investigaciones sobre presuntos fraudes, desviaciones y desaparición de recursos públicos, que hoy son retomados como asuntos relevantes por la Fiscalía General de la República e involucran a personajes de primerísimo nivel como el señor Lozoya y la señora Robles, pero que, dadas las circunstancias, puede escalarse a otros niveles, con nombres que ya se barajan en las pesquisas. No es ocioso reflexionar que fueron los excesos de la administración peñista los principales soportes, la palanca de apoyo para llevar a Morena a Palacio. Tal como sucedió con Fox, fue el hartazgo social y no la chabacanería del candidato panista lo que le dio el triunfo electoral. El espectáculo apenas empieza, pero ya despierta gran expectación entre un público ávido que demanda sanciones, alentado por las recalcitrantes promesas de la 4T contra aquellos que han osado servirse del erario. Apenas el sábado pasado, en Villanueva, Zacatecas, el presidente López Obrador reiteró enfático su decidido empeño en terminar con la corrupción y la impunidad, eje de todos los males que padece la República. Su discurso es de recurrente señalamiento a los dispendiosos comportamientos de los funcionarios del pasado. Ahora veremos si se actúa en consecuencia o si los asuntos se diluyen con el tiempo. Quizá el consejo para la exsecretaria sería hoy: “Rosario, empiézate a preocupar”.