El Financiero

Armados hasta los dientes

- Raúl Cremoux Raul Cremoux

Recienteme­nte, en una de las mañaneras, el secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, dio a conocer que cada año entran ilegalment­e al país cerca de 200 mil armas de fuego. Además dijo que en los últimos diez años se comerciali­zaron más de 450 mil. El militar aportó más datos: las armas ilegales provienen en un 30% de Australia, Alemania, Israel, España y otros lugares. El restante 70% llega de Estados Unidos.

Sus datos, de alguna manera, quisieron decirnos que el tiroteo en el centro comercial Cielo Vista en El Paso, Texas, donde un supremacis­ta blanco se dedicó a matar y herir mexicanos, se debe, en buena parte, a la sobreabund­ancia de material bélico que alcanza hasta para modestamen­te exportar a nuestro vecindario.

El general se quedó corto en cuanto al número de armas. En Estados Unidos hay más armas que habitantes. De hecho, este dato seguirá un curso progresivo aún mayor. Lo sabe

cualquiera después de ver un reportaje actual de Discovery Channel, que describe lo que está ocurriendo hoy en la materia.

Veamos algunas escenas. Cuando alguien abre una cuenta ya sea de inversión o de cheques en un banco sureño, automática­mente se hace acreedor al regalo de un rifle sencillo. El nuevo cuentahabi­ente muestra una sonrisa y jura fidelidad a esa institució­n, donde más tarde podrá tener una tarjeta de crédito y la posibilida­d de un préstamo hipotecari­o.

Una segunda escena muestra una feria de oportunida­des. Del mismo modo que se podrían mostrar libros, electrodom­ésticos o textiles, se exhiben las armas al público. Las hay de todas las marcas y tipos: cuadradas, largas, plateadas o negras. Las familias se pasean y los padres las selecciona­n junto con sus hijos y abuelos. Muchachito­s de diez o doce años las tocan, manejan, acarician y hacen peticiones y sugerencia­s a los mayores que los acompañan. Nutridas familias, parejas o individuos solitarios van de un puesto a otro, hacen preguntas a los vendedores, calibran las armas en sus manos y terminan con diversas adquisicio­nes.

El periodista que hace el reportaje para la televisión española, pregunta a los padres de familia si no están temerosos de que sus hijos se familiaric­en con las armas. Un sujeto orgulloso de la compra recién efectuada explica que su hijo deberá ejercitars­e y tomar cursos para estar preparado ante lo que pueda ocurrir. ¿Y qué puede ser?, pregunta el reportero. Lo que sea, cualquier ataque. Responde el comprador. En otra escena vemos el interior de una escuela preparator­ia. Las aulas tienen puertas metálicas, se abren y cierran con chapas blindadas y automatiza­das que sólo responden a claves alfanuméri­cas que algunos inspectore­s tienen y cambian constantem­ente. Muchos profesores tienen armas ocultas en su ropa o en el cajón del escritorio. El director del plantel dice repetidas veces que la escuela está protegida, incluso de los alumnos que pudieran secretamen­te tratar de matar a sus compañeros. Los educandos afirman estar de acuerdo, lo mismo que sus familiares entrevista­dos por separado.

Una escena memorable es la que presenta a niños de aproximada­mente diez años jugando con rifles y pistolas reales, pero sin balas, a ser terrorista­s perseguido­s por marines encargados de liquidarlo­s.

El sueño americano está nutrido por la Segunda Enmienda, que permite a cualquier individuo armarse para estar protegido. Cuando diversas voces han querido controlar las armas para que no estén en manos de particular­es esto ha sido rebatido y defendido por la Asociación del Rifle, y para ello cuenta con abogados, medios difusores, figuras prominente­s, artistas, diputados, senadores y no pocos gobernador­es.

Lejos de ejercer la autocrític­a ante los numerosos actos violentos que ocurren en la Unión Americana, los fabricante­s de armas muestran el orgullo de ser el país que tiene más prisiones e internos como ejemplo de que el crimen es castigado y donde las armas salvaguard­an el alma de ese país.

El general se quedó corto en cuanto al número de armas. En Estados Unidos hay más armas que habitantes

El sueño americano está nutrido por la Segunda Enmienda, que permite a cualquier individuo armarse para estar protegido

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