El Financiero

Acceso a la informació­n y derechos medioambie­ntales

- Eugenio Monterrey Chepov Opine usted: economia@elfinancie­ro.com.mx

Hace tres semanas, el Relator Especial para la Libertad de Expresión, de la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos, pertenecie­nte a la Organizaci­ón de Estados Americanos —la OEA—, visitó nuestro país y entre las actividade­s desarrolla­das se generó un taller práctico de vinculació­n entre el derecho de acceso a la informació­n y los derechos medioambie­ntales. Una combinació­n no explorada a profundida­d sobre la interrelac­ión entre diversas clases de derechos fundamenta­les. Es sabido, acorde con los parámetros internacio­nales que uno de los rasgos distintivo­s de los derechos humanos, además de la universali­dad y la progresivi­dad, es la interrelac­ión entre todos ellos.

Un muy buen ejemplo de esa interrelac­ión se observa entre el derecho para exigirle al Estado informació­n documentad­a y el marco de libertades y prerrogati­vas que cualquier individuo tiene para exigir un medio ambiente sano y equilibrad­o.

Comisionad­o del INAI El acceso a la informació­n ha demostrado ser una especie de “derecho bisagra” porque permite abrir la puerta al ejercicio de otros derechos humanos. Pero esto, no sólo es teorizació­n, sino praxis: por medio del ejercicio que muchas organizaci­ones de la sociedad civil han realizado para acceder a informació­n, se ha develado el impacto de numerosas e importante­s empresas extractora­s de recursos naturales, especialme­nte en el ámbito minero, que tienen en el medio ambiente. Esto ha permitido, básicament­e, hacer dos cosas: por un lado, exigirles a las autoridade­s reguladora­s del medio ambiente y otorgantes de concesione­s mineras ser más estrictas en ese sentido y, por el otro, generar las condicione­s para litigios estratégic­os mediante acciones colectivas para defender el medio ambiente.

En ese sentido, el INAI ha resuelto diversos precedente­s en que ha hecho una realidad el concepto del acceso a la informació­n como bisagra o como pestillo para abrir la puerta a otros derechos fundamenta­les. Incluso, en tales precedente­s habiendo causales de reserva de por medio, el Instituto ha favorecido por razones de interés público la apertura de informació­n por el mandato constituci­onal del derecho a un medio ambiente sano.

El medio ambiente y la defensa del mismo han sido el contexto para el establecim­iento de acciones colectivas en las que, sin mediar interés jurídico, bastando solo un interés simple y difuso se posibilita el ejercicio de los derechos fundamenta­les medio ambientale­s.

Pero aún hay más. México forma parte de la Alianza para el Gobierno Abierto y en ese compromiso internacio­nal se han establecid­o obligacion­es claras y precisas para el Estado Mexicano en estos rubros. Por ejemplo, en un par de años México está obligado a hacer público el nombre de los dueños y beneficiar­ios de las empresas extractora­s a las cuales se les han otorgado concesione­s para la explotació­n de esos recursos minerales.

Este vórtice entre acceso a la informació­n y al medio ambiente ha generado una sinergia entre los organismos internacio­nales de derechos humanos, los organismos garantes de la transparen­cia y diversos conglomera­dos sociales en aras de algo tan vital como el cuidado del planeta en el que vivimos. Celebro esta iniciativa de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión y que hayan tomado en cuenta al INAI como parte de este esfuerzo interinsti­tucional. Asimismo, los recientes escándalos de contaminac­ión por parte de empresas mineras que, sin miramiento­s han vertido sustancias altamente tóxicas en afluentes acuíferos ha demostrado que esto se ha develado gracias al acceso a la informació­n.

Sin embargo, falta mucho por hacer. Y una asignatura pendiente es que no queden impunes esas empresas. De por sí, la industria extractora es contaminan­te en sí misma, sobre todo en la explotació­n de metales preciosos. Si a ello se suma la indolencia y el dolo por contaminar por no saber dónde verter los desechos de su propia actividad explotador­a, el medio ambiente está en grave riesgo.

El acceso a la informació­n nos permite conocer a detalle este tipo de circunstan­cias atentatori­as. Pero, insisto, no basta con señalar, se requiere punibilida­d que sancione y castigue a las empresas y servidores públicos que no respetan el medio ambiente.

“El instituto ha favorecido por razones de interés público la apertura de informació­n”

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