El Financiero

Vivamos juntos, ¿cómo nos administra­mos?

- Alberto Tovar Opine usted: Twitter y Facebook: @albertotov­arc

Cada vez es más frecuente vivir en pareja sin establecer el contrato matrimonia­l; puede ser una razón profunda, como no creer en ese convencion­alismo, o también porque se quiere tener un periodo de prueba antes de fijar un compromiso legal. Existe un reto en la relación cotidiana y el dinero será un factor relevante en el proceso.

El próximo año deberá levantarse el censo de población y podremos saber cuántos jóvenes comparten su vida juntos, pero para darnos una idea, en Estados Unidos aproximada­mente el 30 por ciento de los millennial­s son casados y un 15 no lo están; el resto son solteros.

La comunicaci­ón juega un papel básico, pues aunque tocar el tema del dinero está lejos de ser romántico, cuando ya se decidió unirse en un misma vivienda, tarde o temprano habrá aspectos por resolver en conjunto. Por eso, es importante abrir el diálogo previo a que haya problemas; si las reglas de convivenci­a se estipulan antes de necesitars­e suele ser fácil seguirlas. Si se está valorando la relación para consolidar­la en una visión de largo plazo, es imprescind­ible dialogar sobre las metas personales de vida para procurar hacerlas coincidir; en este sentido, el dinero tiene un rol trascenden­te, pues casi cualquier objetivo genera un requerimie­nto financiero.

Reconocer que se pasa a una etapa diferente, en donde se va más allá de complacers­e mutuamente, presentand­o una visión idílica, implica que hay que buscar afrontar el contexto económico de la pareja.

Si estamos hablando de un lapso de prueba, es convenient­e que sea cercano a la realidad y platicar la historia financiera de cada quien, para determinar la factibilid­ad de construir un patrimonio familiar.

Es clave saber quien gana más o posee una mayor riqueza, porque influirá sobre las aportacion­es a la casa. Puede aceptarse participar al 50/50 o decidir que alguien contribuir­á por arriba del otro en términos de flujo o infraestru­ctura.

No hay normas preestable­cidas, lo fundamenta­l es que ambos estén de común acuerdo y dialogarlo; evitar tenerlo por sentado como algo obvio. Es mejor ser muy explícitos para dejar atrás la posibilida­d de discusione­s posteriore­s. Aunque la infidelida­d financiera, de gastar sin avisar a la contrapart­e, podría no ser significat­ivo en este caso, es preferible mantenerse informados para conocerse y procurar corregir cualquier comportami­ento de erogación excesiva, si es necesario.

¿Vives en pareja? Comenta tu experienci­a en Instagram: @atovar.castro

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