¡A raja Tablada!
Uno. Figura controversial, “sospechosa”, del viejo régimen, el ciudadano capitalino José Juan Tablada (1871-1945). Pero, en tanto artista (poeta, prosista, dramaturgo, periodista, pintor), figura la más representativa de la ruptura, la experimentación, una postura de infatigable avanzada. Con él se inaugura, para finales del XIX y buen parte del siglo XX, una tradición vanguardista que pasa por Ramón López Velarde, aparentemente cerrado provinciano, el Reyes al día y más, el Torri autor de haikús en prosa, el Estridentismo, Salvador Novo y la generación a la que cronológicamente me adscribo: La Onda.
Dos. Debí a Jorge Ruedas de la Serna, tabladista, rescatador del teatro político del autor de Florilegio, la invitación para realizar la edición crítica de sus dos tomos de Memorias: La feria de la vida y Las sombras largas. Tarea ya cumplida y ocasión de poner sobre la escena, no sólo dos textos, autobiográficos y de época, fundamentales para el conocimiento del México porfiriano, el de comienzos de la Revolución, el del huertismo (al que se adherirá), y el del discurrir entre el Constitucionalismo y los 40 de la postrevolución, sino un género por décadas desdeñado por la academia.
Tres. ¿Qué género? El que, en estudios literarios, llamase “Literatura del Yo” y, en los históricos, “Testimonios del Yo”. Género abarcador de Diarios, Epistolarios, Autobiografías y Memorias, de modo señalado, y al