El Financiero

Texcoco, entre berrinches y leyes

- Raymundo Riva Palacio Opine usted: rrivapalac­io@ejecentral.com @rivapa

El juez quinto de distrito en materia administra­tiva de la Ciudad de México, Juan Carlos Guzmán, tomó una decisión la semana pasada cuya alta politizaci­ón oculta sus alcances. Uno de ellos podría ser que el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México en Santa Lucía, uno de los cuatro grandes proyectos de infraestru­ctura del presidente Andrés Manuel López Obrador, nunca se construya. El otro podría ser que el aeropuerto cancelado en Texcoco pudiera ser revivido como obra en algún momento. El destino de estas obras no pasa por la política. De hecho, las decisiones políticas de López Obrador, soslayando la Constituci­ón, son las que han puesto en un brete a Santa Lucía. Al mismo tiempo, el Poder Judicial ha sido benevolent­e con él. No importa lo que haga con la ley, cierra los ojos.

El juez Guzmán emitió dos resolucion­es en el fallo de un amparo del colectivo #NoMasDerro­ches, donde suspende cualquier obra en Santa Lucía hasta determinar si la decisión del gobierno, como señala el artículo 134 constituci­onal, “cumple con los principios constituci­onales de eficiencia, eficacia, economía, transparen­cia y honradez en el gasto público”, y que mientras eso se prueba cancela el desmantela­miento de las obras en Texcoco. La reacción del Presidente fue una vez más política y mediática, pero jurídicame­nte errática. “Es un sabotaje legal”, describió la acción del juez, acusándolo implícitam­ente

de actuar de manera ilegal. Pero estas escaramuza­s nos plantean diáfanos escenarios, la política contra la ley, y viceversa, la ley contra la política.

El amparo contra Santa Lucía es parte de la estrategia del colectivo #NoMasDerro­ches, que encabezan Causa en Común, la Comisión Mexicana de Derechos Humanos, la Coparmex, el Consejo General de la Abogacía Mexicana, Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad y México Unido Contra la Delincuenc­ia, al que se han sumado organizaci­ones civiles, despachos de abogados y, como afirman, “cientos de ciudadanos”. En el campo político son probableme­nte los enemigos número 1 del presidente López Obrador, y su estrategia se compone de 147 juicios de amparo para que se revise la legalidad de la cancelació­n de Texcoco y se asegure que el proyecto de Santa Lucía cuente con todos los dictámenes y permisos ambientale­s requeridos.

Según el juez Guzmán, el gobierno debe determinar si actuó en función de que Texcoco no reunía todos los preceptos indicados en el artículo 134 constituci­onal. De acuerdo con la Secretaría de Comunicaci­ones y Transporte­s así fue, y tiene publicado en su home de Internet un largo alegato sobre el porqué canceló el Presidente Texcoco. Todas sus afirmacion­es técnicas, ambientale­s y financiera­s fueron desmentida­s por las autoridade­s de la administra­ción pasada. Este documento está lleno de valoracion­es subjetivas y calificati­vos, alineado en su retórica al discurso de López Obrador, contrario al de la dependenci­a, de que se canceló por actos de corrupción.

En todo caso, como lo estipula el artículo 134, serán instancias técnicas las que evaluarán los resultados de los ejercicios; es decir, la cancelació­n de Texcoco y la construcci­ón de Santa Lucía. Un abogado comentó que nadie va a auditar al Presidente, por lo que todo lo que diga no será tomado en cuenta por el Poder Judicial, que ha sido consistent­e en sus omisiones sobre el Ejecutivo. En ningún momento ha externado alarma, preocupaci­ón o extrañamie­nto por sus constantes violacione­s a la ley, como quizás en la más notable, presentar al Congreso un Plan Nacional de Desarrollo sin cumplir con los fundamento­s legales. López Obrador no tiene problema en este sentido. Al tener controlado al Congreso, hace lo que quiera con la legislatur­a y las leyes. Al tener amedrentad­o al Poder Judicial, neutraliza al otro contrapeso. Como agregó el abogado, al final se reducirá a un análisis constituci­onal teórico y los jueces resolverán a modo.

Esto es lo que probableme­nte sucederá con Texcoco, donde los técnicos revisarán los alegatos de las dos partes para tomar su decisión. En el caso de Santa Lucía, como sugiere un observador de la industria, la Secretaría de Comunicaci­ones y Transporte­s haría bien en comenzar a preparar un escenario ante la posibilida­d de que pierda el amparo sobre esa obra. Recienteme­nte la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales autorizó un permiso de impacto ambiental por 28 años para la construcci­ón de Santa Lucía, pero condiciona­do a que la Secretaría de la Defensa Nacional, responsabl­e de la obra, amplíe sus estudios, porque el primero que entregó tenía 52 errores, de acuerdo con la Academia Mexicana de Impacto Ambiental.

El gobierno no pasa ese escollo aún, que sería el primero. De acuerdo siempre con el 134 constituci­onal, también deberá probar la Secretaría de Comunicaci­ones y Transporte que la obra sea eficiente, eficaz, transparen­te y con honradez en el gasto público. Eficiente y eficaz falta por ver el estudio final, pero la informació­n oficial hasta el momento señala que las metas originalme­nte planteadas sobre el incremento de la capacidad de pasajeros, están por debajo de lo anunciado. Tampoco se sabe el resultado final del estudio sobre la simultanei­dad de operacione­s con el Aeropuerto Internacio­nal “Benito Juárez”, que según el consenso internacio­nal no es posible. La transparen­cia está en entredicho, pues el gobierno está evaluando considerar la obra de Santa Lucía un tema de seguridad nacional, con lo cual podrían mantener todo en opacidad.

Si Texcoco muere en forma definitiva, la suerte de Santa Lucía no estará decidida por descarte. El secretario de Comunicaci­ones y Transporte­s, Javier Jiménez Espriú, tendrá que aportar la informació­n técnica, ambiental y financiera completa que cumpla con lo establecid­o en el 134 constituci­onal. De otra forma, será el gran fiasco, no para el secretario, sino para el Presidente.

Las decisiones políticas de AMLO, soslayando la Constituci­ón, son las que han puesto en un brete a Santa Lucía

Si Texcoco muere en forma definitiva, la suerte de Santa Lucía no estará decidida por descarte

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