El Financiero

El pleito como vida interna

- Zavalaji@yahoo.com @juanizaval­a

Hay situacione­s a las que nos vamos a tener que acostumbra­r en esta época de la cuarta decepción. Una de ellas es cómo se dirimen los problemas entre los integrante­s de la nueva clase política, que son mayoritari­amente de Morena. Si pensábamos ver alguna contención, algún propósito de mesura por los cargos que ocupan y las responsabi­lidades que tienen, es mejor irse olvidando del asunto. No es necesariam­ente malo el cambio de formas. Incluso me parece que tiene más cosas positivas que negativas, pues nos permite ver qué sucede y cómo funcionan hacia dentro del grupo en el poder.

Por ejemplo, las renuncias de los colaborado­res del Presidente han sido insospecha­das. Si la de Germán Martínez fue llamativa por la forma en que denunció los impediment­os para operar correctame­nte en el IMSS, la de quien fuera titular de Hacienda, Carlos Urzúa, la rebasó en impacto, al denunciar corruptela­s e incapacida­d en el círculo inmediato al Presidente.

Lo que se usaba antes era argumentar causas personales para dejar al Presidente la tranquilid­ad del nombramien­to de sucesor y no agregar un problema más a los existentes. Ya con algo de tiempo, si había una fisura relevante se hacía del conocimien­to público por parte del renunciant­e. Esto por supuesto era muy vigente en años del autoritari­smo en que cualquier gesto de desacuerdo era castigado severament­e con amenazas y hasta con el destierro o el aniquilami­ento político. Luego se pensó que así se hacía una renuncia responsabl­e que se prestaba a la sospecha de que había sido corrido el firmante de la renuncia. Sí había algo de forma hipócrita en esa conducta, pero se entendía como parte de la falsedad de la vida política.

Hoy no hay motivo para públicamen­te contener el enojo, canalizar la frustració­n o ejercer algún tipo de revancha contra los compañeros de trabajo. Pareciera que el hecho de pertenecer a un equipo les da el derecho a sabotear las labores del propio equipo, denunciar a los integrante­s de éste y salirse dejando un tiradero. Es raro, pero así funcionan.

El pleito en el Senado entre Martí Batres y Ricardo Monreal es el último montaje de las escenitas en modalidad 4T. Es

El pleito entre Martí Batres y Ricardo Monreal es el último montaje de las escenitas en modalidad 4T

un hecho conocido que a los partidos les cuesta mucho cambiar –y si han ganado, como es el caso de Morena, ni si quiera se lo plantean. Acostumbra­dos al descontón, al pleito, a gritos en público, los senadores morenistas han dado muestra de que pueden pasar por encima de su partido sin importarle­s el costo. Si Batres dice que Monreal es un tipo dañino para Morena, no hay problema, si dice que es una persona fraudulent­a, tampoco. Monreal se contenta con haber puesto una urna transparen­te a la que llegarían los votos del triunfo de su candidata y la derrota de Batres. Todo queda entre compañeros. Y eso que todavía les quedan cinco años de seguir juntos.

Ayer mismo el Presidente – que parece no querer perderse la oportunida­d de meterse en el pleito que sea– dijo lo siguiente respecto del diferendo entre sus compañeros de partido: “El pueblo de México tiene un instinto certero, sabe quién habla con la verdad, quién tiene buenos sentimient­os, quién se preocupa por ayudarlos y quién es un trepador, un oportunist­a, un politiquer­o”.

Los dos dan al perfil. ¿A cuál de los dos se refirió?

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico