El Financiero

El Valle de Guadalupe, ¿in extremis?

- Salvador Camarena Opine usted: nacional@ elfinancie­ro.com.mx @salcamaren­a

Bienaventu­rados los que escucharon a Juan Gabriel en vivo. Más bienaventu­rados los que lo hayan visto actuar más de una vez (por ejemplo, en un palenque y en el Auditorio Nacional). Pero los realmente privilegia­dos son aquellos que además lo hayan oído en el Valle de Guadalupe en 2015, de ellos será el reino de las envidias.

En esa ocasión, en un predio denominado El Cielo, miles de personas bailaron y corearon a un cantante que, de salida, se ganó a sus fans (si tal cosa hacía falta) al mencionar que iba vestido de morado porque era una uva, una uva del valle del vino de México por excelencia. El delirio.

Pero algo estuvo mal aquella noche y no fue el repertorio, ni la inocultabl­emente cascada voz del divo. Llegar al concierto fue una odisea, salir de él, un calvario. Cientos y cientos de autos y camionetas colapsando caminos vecinales de un valle acostumbra­do al desértico silencio. Para esa fecha, Valle de Guadalupe ya no era lo que fue apenas una decena de años antes.

Ensenada, el municipio en el que se ubica Valle de Guadalupe, ha visto el boom del tuhora rismo. La llamada ruta del vino es un éxito palpable en la explosión de oferta hotelera, culinaria y vinícola. Eso salta a la vista a cualquiera que haya visitado este destino más de una vez. Pero, ¿es eso una buena noticia? 62 productore­s de vino de ese lugar creen que sí es una buena noticia, pero que ha llegado la de poner orden, de recordar que hay prioridade­s y que el desarrollo presente y futuro debe ser ordenado en cuatro ejes prioritari­os: agua, agricultur­a, paisaje y comunidad. Agrupados en la asociación Provino, estos productore­s promueven ante la autoridad algo que se ve poco en México: quieren ser regulados, quieren que el gobierno imponga un reglamento de zonificaci­ón y usos de suelos. Y en algo no tan poco visto en nuestro país, es la autoridad la que se hace guaje ante esta propuesta.

El reglamento definirá “claramente las densidades, usos de suelo y superficie­s mínimas” para cada caso: agricultur­a, vivienda, servicios, etcétera. Entre otras cosas:

“Fomenta la conservaci­ón de los recursos hídricos del Valle, prohibiend­o la extracción de materiales pétreos, arena, tierra, limo, o cualquier material provenient­e de cauces de arroyos”. “Establece caracterís­ticas básicas que deberán de contener las construcci­ones para proteger el entorno agrícola”, incluida “su armonizaci­ón” con el entorno.

“Protege el entorno de la contaminac­ión sonora, prohibiend­o emisiones sonoras que no sean

Ensenada, el municipio en el que se ubica Valle de Guadalupe, ha visto el del turismo

Quieren ser regulados, quieren que el gobierno imponga un reglamento de zonificaci­ón y usos de suelos

las usadas por los servicios de emergencia”.

“Señala ciertos requisitos para el desarrollo de eventos turísticos deportivos, como paseos en bicicleta”.

“Incluye condicione­s claras para el desarrollo de eventos masivos en el área de aplicación, tales como la limitación a un determinad­o horario (11:0022:00 horas) que afecte lo menos posible a la población y un horario reducido para la venta de bebidas alcohólica­s en dichos eventos (10:00 a 21:00 horas)”. “Limita el horario de operación de las licencias de alcohol evitando la proliferac­ión de giros negros”.

“Señala la obligación de utilizar iluminació­n que no genere perturbaci­ones a la observació­n del cielo, usando como referencia la ‘Ley del Cielo’”. “Prohíbe la instalació­n de espectacul­ares en la zona fomentando la protección del paisaje”. “Conserva la integridad del paisaje prohibiend­o las carreras fuera de camino (off road), así como los grupos de motos y cuatrimoto­s”.

En Provino participan los productore­s del 72 por ciento del vino mexicano, precursore­s del éxito del Valle de Guadalupe como destino turístico. Ellos tienen claro que si quieren que su valle tenga futuro, tendrán que quitar anuncios, remodelar fincas, limitar oferta y cambiar procesos.

Pero quieren hacerlo. Lo único que hace falta es que las autoridade­s municipale­s, a punto de cambiar luego de las recientes elecciones, hagan algo sencillo: que digan sí a un reglamento redactado acorde al programa sectorial, que digan no a presiones de inmobiliar­ios o empresario­s turísticos sin escrúpulos, y que digan sí a un futuro que no va a tener conciertos nocturnos como el de Juan Gabriel (o el de los Tucanes de Tijuana del mes pasado), pero que bien vale la pena para preservar ese lugar de México.

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