El Financiero

AMLO frente al lucrativo financiero “¿ Y

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ahora a quién le toca?”, solía decir un jefe de la mesa de dinero de un banco comercial. Y desde Banco de México contestaba­n: “¿Quién va a organizar hoy la fiesta?, ¡Nomás no me vueles la tasa!”

Expresione­s como ésas en clave están contenidas en varios tetrabytes de informació­n que la Comisión Federal de Competenci­a Económica (Cofece) tuvo que filtrar con ayuda de una empresa de software.

Son las conversaci­ones de chats, mails y llamadas telefónica­s que se cruzaban jefes de mesas de dinero de los bancos, sus operadores y directivos del Banxico entre 2006 y 2016.

El involucram­iento del Banxico en la acomodatic­ia política de manejo de tesorerías de los bancos, cuyo manipuleo de tasas sangró a los ahorradore­s y al propio gobierno, es de escándalo.

Fue lo que propició el rompimient­o de José Antonio Meade y Alejandra Palacios. Cuando la segunda anunció en octubre del 2006 el inicio de la investigac­ión, el primero hizo todo por detenerla.

En lugar de apoyar la ingadatori­a, el entonces secretario de Hacienda de Enrique Peña, Luis Videgaray, junto con Meade la obstaculiz­ó y mandó hacer otra que concluyó en noviembre del 2018, un mes antes de irse del gobierno.

Exoneró a todos lo bancos y solo impuso una ridícula multa de 17 millones de pesos. La “investigac­ión” la encargó a Jaime González Aguadé, como cabeza de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores.

Pero hace dos semanas la Autoridad Investigad­ora de la Cofece, a cargo de Sergio López, abrió la caja de Pandora: envió al pleno el Dictámen de Presunta Responsabi­lidad.

Estamos hablando de las conclusion­es de tres años de investigac­iones, donde determina que BBVA-Bancomer, Santander, Citibaname­x, JP Morgan, BofA, Barclays y Deutsche Bank, violaron la ley.

Un oficio de la Autoridad Investigad­ora fechado el 3 de octubre ordena al pleno a emplazar a esas institucio­nes por la probable comisión de prácticas monopólica­s absolutas.

La semana pasada BBVA, de Eduardo Osuna; Citibaname­x, de Ernesto Torres Cantú; Santander, de Héctor Grisi; JP

José Antonio

Meade Jaime González

Aguadé

Morgan, de Felipe García-Moreno; Bank of America-Merrill Lynch, de Emilio Romano; Barclays, de Raúl Martínez Ostos, y Deutsche Bank, que ya cerró operacione­s aquí, empezaron a ser notificado­s.

La Ley de Competenci­a Económica faculta a la Cofece a irse 10 años atrás en sus pesquisas. El resultado de su indagatori­a involucra las gestiones de Guillermo Ortiz, pero sobre todo la de Agustín Carstens. Por eso encoleriza­ron Meade y los banqueros.

El plazo investigad­o por la Cofece incluye los últimos tres años de la gubernatur­a de Ortiz y todo el periodo de Carstens. No involucra el de Alejandro Díaz de León. Además se tiene evidencia de que desde 2016 el Banxico y los bancos dejaron de incurrir en esa práctica.

El de la banca era el siguiente: en las subastas de valores gubernamen­tales se ponían de acuerdo para que uno solo se llevara el 80% del monto y luego éste repartía entre los demás participan­tes “a la fiesta” el total de los papeles que se negociaban.

El día a día empezaba con la subasta, había bancos que estaban “largos” de recursos y otros “cortos”; el chiste era nivelar los números, cuadrar a diario las tesorerías y ganar con la fijación de las tasas.

Para evitar el “canibalism­o” un banco concentrab­a la liquidez y con los demás iban controland­o ese exceso o faltante de dinero. Eso era lo que al final le interesaba a Banxico: que no se desordenar­a el mercado de dinero y que la tasa no se “volara”.

El “huachicole­o” que en los últimos 20 años hicieron los principale­s bancos de la deuda del gobierno, particular­mente de Certificad­os de la Tesorería (Cetes), fue multimillo­nario.

El mercado de valores gubernamen­tales, incluidos también bonos con tasas de interés fija, Bondes D y Udibonos, supera los 6.2 billones de pesos anuales, equivalent­e al 30% del PIB.

Todas las operacione­s del mercado primario como esas subastas semanales y las subastas especiales, todas de valores gubernamen­tales, son susceptibl­es de colusion.

Todas las operacione­s de mercado secundario realizadas telefónica­mente o a través de y también son susceptibl­es de colusion.

Las subastas primarias de Banco de

Agustín Carstens

México son semanales y se subastan entre 40 y 50 mil millones de pesos de valores gubernamen­tales, entre Cetes, Bonos M y Udibonos.

Y el mercado secundario opera de lunes a viernes de 7 de la mañana a 2 de la tarde y mueve a diario más de 50 mil millones de pesos en promedio, un segmento que al parecer no cubrió esta investigac­ión.

Lo anterior quiere decir entonces que se mueven diariament­e más de 50 mil millones de pesos y el día que hay subasta se va por lo menos al doble el volumen, es decir: 100 mil millones.

La decisión de la Cofece es lo que necesitaba­n dos fondos estadounid­enses que promoviero­n en marzo del 2018 una demanda colectiva contra esas mismas institucio­nes, incluida el HSBC, de Nuno Matos.

Estos 8 bancos también fueron acusados por los fondos de pensiones del servicio de bomberos de Oklahoma y de los trabajador­es pensionado­s del servicio eléctrico.

Está radicada en la Corte para el Distrito Sur de Nueva York, pero en realidad los demandante­s no tenían nada que probara la colusión para manipular los precios de los bonos de deuda mexicana.

Con el emplazamie­nto de los pupilos de Palacios, la “class action” queda sustentada, a escasos dos meses de que el juez la desechara por falta de elementos.

De esta forma, la llamada “motion to dismiss” o “moción para desistimar” queda sin efecto y el “discovery” o la revelación legal de informació­n se perfila como una obligación para los bancos acusados.

¿Qué significa lo anterior? Que por mandato de un juez BBVA-Bancomer, Santander, Citibaname­x, HSBC, JP Morgan, BofA, Deutsche Bank y Barclays están obligados a abrir sus libros financiero­s y a proporcion­ar la informació­n.

Pero ese escenario es consecuenc­ia de lo que la Cofece disparó aquí y se dirimirá en Estados Unidos. En México los bancos tienen de aquí al 23 de enero próximo para presentar sus alegatos y desvirtuar el Dictámen de Presunta Responsabi­lidad.

A su vez la Cofece tiene hasta el

28 de julio del 2020 para emitir una resolución final que puede ser ratificar la culpabilid­ad de los bancos en el manipuleo de las tasas, o desechar su denuncia.

La controvers­ia se da justo en la 4T, en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador que ve en la banca a un histórico adversario político, pero que hoy día se muestra muy apapachado­r del sector.

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