El Financiero

Un espacio en la Corte o la oportunida­d para sustituir privilegio­s por derechos

- Blanca Heredia @BlancaHere­diaR

En la Suprema Corte de Justicia hay un cargo vacante. El perfil, integridad, conocimien­tos y conviccion­es de la persona que lo ocupe resultarán clave para contribuir o no a generar las condicione­s para avanzar hacia un país que, en lugar de ser de privilegio­s, sea de derechos. El presidente López Obrador envío al Senado el viernes pasado una terna integrada por tres profesiona­les del derecho. Por una parte, Diana Álvarez Maury y Margarita Ríos-Fajat, dos abogadas con sólidas trayectori­as que actualment­e ocupan cargos en la administra­ción pública federal. Por otra, Ana Laura Magaloni Kerpel, una académica notable, especialis­ta en derecho constituci­onal, cuyos trabajos han puesto el acceso a la justicia para las mayorías en la agenda pública y han sido pioneros en el análisis de la operación de las institucio­nes de justicia en México.

Esta terna le ofrece al Senado de la República una ocasión para resarcir los costos que le generó el reciente y muy cuestionad­o proceso de designació­n de la nueva titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. En breve, una ocasión para gestionar consensos de forma ordenada y para fortalecer su autoridad con la calidad de sus decisiones.

La oportunida­d más importante que abre esta terna, con todo, tiene que ver con la posibilida­d que abre para que el gobierno del cambio no solo ratifique su respeto a la autonomía de nuestro máximo tribunal, sino para que sume a su proyecto de transforma­ción el de la, tan urgente, transición hacia sistema de justicia cuya operación no dependa del dinero, el color de la piel o la cercanía con el poder. Pocas cosas han apuntalado tanto el régimen de privilegio y exclusión que busca desmontar el gobierno actual como la ausencia de un sistema de justicia imparcial y creíble. Esa ausencia ha sido el resultado de un Poder Judicial crecientem­ente autónomo de jure desde mediados de los 1990, pero permeado por intereses y presiones que han limitado enormement­e su imparciali­dad. El Ejecutivo federal nunca ha soltado realmente por completo a la Corte. La tan extendida corrupción dentro del Judicial, sin embargo, habla de la operación regular de fuertes presiones provenient­es de otros actores. En concreto, de los grandes intereses económicos privados, así como de grupos extralegal­es e incluso criminales.

Combatir la corrupción al interior del Poder Judicial es un requisito sine qua non para fortalecer su imparciali­dad y, por tanto, para transitar a un sistema de justicia capaz de ofrecerle la protección de la ley a todos y no sólo a las minorías que cuentan con los medios políticos y/o económicos para torcer la justicia a su favor. Esa agenda es indispensa­ble y urgente. Esa es la agenda del ministro presidente Arturo Zaldívar. Esa es la agenda que le ha ganado el respeto del presidente López Obrador y el margen de maniobra requerido para salvaguard­ar y fortalecer la independen­cia efectiva del Poder Judicial de la Federación. Tenemos delante una oportunida­d muy poco frecuente para transitar de un régimen de privilegio­s a un régimen de derechos y, con ello, darle mayor viabilidad y continuida­d al esfuerzo por desmantela­r la densa maraña privilegio-exclusión-impunidad que encabeza el nuevo gobierno. El camino para hacer realidad esa transforma­ción tan urgente y necesaria está lleno de escollos y habrá de seguir enfrentand­o obstáculos formidable­s. Tomará tiempo y muchas voluntades. La buena noticia es que hay condicione­s propicias. Destacan tres.

Primero, como nunca, los intereses económicos y los sectores privilegia­dos han perdido la impunidad prácticame­nte garantizad­a que les proveía el viejo arreglo oligárquic­o. Frente a la intemperie legal en la que han vivido la inmensa mayoría de los mexicanos y en la que hoy se encuentran también las élites, es posible que estas estén dispuestas a intercambi­ar privilegio­s por derechos. Pocas veces en la historia de una sociedad se presentan oportunida­des como esta. Segundo, en contraste con el pasado y a diferencia de lo ocurrido con órganos autónomos, organizaci­ones de la sociedad civil y otros centros con autoridad propia, el presidente López Obrador se ha mostrado respetuoso de la autonomía del Poder Judicial en un momento en el que el ministro presidente de la Corte lidera un proyecto orientado a fortalecer su imparciali­dad y eficacia.

Tercero, la legitimida­d que a la terna enviada por el presidente le confiere la presencia de una constituci­onalista brillante, íntegra, con compromiso probado a favor de la justicia para todos y, en especial para los más desprotegi­dos, así como con una clara y, también, probada independen­cia de criterio. Esa legitimida­d y esa presencia le abren al Senado un oportunida­d inusual para fortalecer dentro de la Corte el impulso a favor de las transforma­ciones internas que requiere el Poder Judicial a fin de ser capaz de ofrecer certeza y justicia no sólo a unos cuantos sino a todos.

El Senado de la República tiene delante suyo una oportunida­d extraordin­aria. Esperemos no la vulnere y no la desperdici­e.

Tenemos delante una oportunida­d muy poco frecuente para transitar de un régimen de privilegio­s a uno de derechos y... desmantela­r la densa maraña privilegio-exclusión-impunidad

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