MANUEL SÁNCHEZ
RAZONES Y PROPORCIONES
Durante los dos años recientes, la elaboración de vehículos ligeros en México ha disminuido de forma cada vez más pronunciada, lo cual contrasta con la tendencia positiva previa. Específicamente, el número de automóviles producidos se redujo casi medio punto y más de cuatro puntos porcentuales en 2018 y 2019, respectivamente, versus un dinamismo promedio anual superior a trece por ciento en los ocho años anteriores.
La fabricación de equipo de transporte, que abarca vehículos ligeros, camiones y autopartes, es fundamental porque constituye el segundo mayor sector manufacturero, que exhibe innumerables enlaces con otras ramas productivas. Además, es el principal renglón de las exportaciones no petroleras de México.
La caída en los vehículos ligeros producidos en el país se tradujo en una notable contracción en la fabricación de equipo de transporte durante la segunda mitad de 2019, la cual contribuyó a deprimir las manufacturas y, por ende, el PIB en ese lapso. ¿Cuáles son los factores detrás de la menor producción de automóviles en México? Al menos, pueden distinguirse dos razones, de las cuales, sin duda, la más importante es la externa. Al ser el automotriz un sector altamente integrado a las cadenas de suministro globales, su desempeño se encuentra inexorablemente ligado al exterior.
Como en México, la producción mundial de automóviles se ha contraído también durante los dos años recientes. El declive ha estado liderado por China, que es el principal fabricante de autos en el mundo, así como Europa y, en 2019, incorporó a Estados Unidos. El factor de mayor peso en el debilitamiento global parece haber sido el proteccionismo impulsado por Estados Unidos y, en especial, su guerra comercial contra China, la cual ha comprendido, entre otras medidas, incrementos arancelarios a los automóviles por parte de ambos países. El resultado ha sido la disminución del comercio internacional de mercancías, incluyendo, por supuesto, las automotrices.
Otras políticas adoptadas en ciertas naciones han jugado un papel complementario. Entre éstas destacan la eliminación de los incentivos fiscales para la adquisición de automóviles en China y la imposición de nuevas reglas ambientales en Europa. Además, un factor que acentuó la menor producción automotriz estadounidense fueron las huelgas en muchas plantas durante septiembre y octubre pasados, las cuales redujeron el suministro de autopartes y limitaron la capacidad de fabricación de autos en México. La caída de la producción y las ventas de automóviles en el mundo y, particularmente, en Estados Unidos dieron como resultado un descenso en el número de vehículos ligeros exportados por México durante 2019, el primero ocurrido en una década. Asimismo, a partir de mediados de ese año se ha observado una reducción en el valor en dólares de las exportaciones de productos automotrices del país.
Cabe mencionar que la disminución en el número de vehículos exportados de México durante los dos últimos años coincidió con un aumento de su participación en el valor de las importaciones estadounidenses, de más de cinco puntos porcentuales. Ello pone de manifiesto la importancia secundaria que estas mediciones relativas, frecuentemente mencionadas, pueden tener para el dinamismo de la producción.
Una segunda razón que podría contribuir a explicar la caída de los vehículos ligeros fabricados en el país, es nacional. Mientras que cerca del noventa por ciento de la producción de automóviles se destina a la exportación, el resto, junto con las importaciones, se dedica al mercado interno. Desde 2017 el número de automóviles vendidos al menudeo en México ha exhibido una tendencia negativa, hasta alcanzar, en enero de 2020, un nivel semejante al de cinco años antes. Entre las posibles causas de este retroceso destacan el incremento inesperado de la inflación a partir de ese año, así como la incertidumbre asociada, primero, al futuro de las relaciones con Estados unidos, y, posteriormente, a las reglas adversas para el crecimiento económico por parte de la actual administración en México.
En este entorno desfavorable, los hogares han optado por recortar su gasto, especialmente en bienes duraderos, como los automóviles. Ello ha ocurrido a pesar de que el crédito automotriz, si bien ha perdido vigor, aún registra ritmos elevados.
La prolongada contracción en la producción de automóviles en México confirma, una vez más, el daño potencial de las políticas gubernamentales que, enarboladas con la carátula de buenas intenciones, como la defensa de la industria nacional en el caso de Estados Unidos y el combate a la corrupción en México, carecen de la más elemental justificación económica.
Exsubgobernador del Banco de México y autor de Economía Mexicana para Desencantados (FCE 2006)