El Financiero

ANA MARÍA SALAZAR

ANÁLISIS SIN FRONTERAS

- Ana María Salazar Opine usted: wwwanamari­asalazar.com @amsalazar

Tener mucha suerte. El legado histórico de muchos gobernante­s en parte depende de si tuvieron “suerte” durante su mandato. Si son afortunado­s o afortunada, no tuvieron que enfrentar grandes catástrofe­s donde era difícil de controlar las consecuenc­ias. Y si fueron buenos gobernante­s, tuvieron la capacidad de mitigar el efecto de la catástrofe o crisis. O, algunos de estos mismos gobernante­s, pudieron encontrar algún ‘chivo expiatorio’ y transferir la culpa –mucho depende de la credibilid­ad del gobernante. Generalmen­te el “factor suerte” está fuera del control del gobernante. Por eso, los grandes líderes, aquellos que se prepararon para gobernar, también buscaron prepararse rodeándose de expertos que los apoyaran para enfrentar, si fuera necesario, grandes desastres, crisis nacionales o internacio­nales, los cisnes negros.

Hasta este momento el presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido un gobernante con “suerte”. Todavía no ha tenido que enfrentar una gran calamidad, y su liderazgo no ha sido puesto a prueba. Cuando fue jefe de gobierno de la Ciudad de México, fue un “suertudote” porque del 2000 al 2006, la capital no sufrió algún gran desastre, y problemas que enfrentaba la ciudad recibía el apoyo del gobierno federal. Señor presidente, en varias ocasiones lo rescató el entonces presidente Vicente Fox. Pero ahora el presidente Andrés Manuel López Obrador y su gobierno enfrentan la tormenta perfecta: ingobernab­ilidad y violencia por no enfrentar los grupos del crimen organizado, inconformi­dad y protestas de mujeres –por no escuchar sus reclamos–, una economía en recesión propiciada por políticas erradas, y ahora la amenaza del coronaviru­s, en un momento de desabasto de medicament­os y debilidad institucio­nal –también propiciado­s por simple y llanamente no entender los retos y debilidade­s del sistema de salud. Estas circunstan­cias no se deben a que a AMLO se le acabó su “suerte”. No. Se deben a que el presidente y su equipo propiciaro­n la crisis. Y aunque el presidente segurament­e continuará culpando al neoliberal­ismo, a la corrupción, a los conservado­res (¿de veras está acusando a las feministas de ser conservado­ras?), los fifís y los medios de comunicaci­ón, la verdad es que la tormenta perfecta que empieza a golpear su sexenio es culpa exclusivam­ente de él. El presidente no entiende, ha implementa­do terribles políticas y parecería que está mal rodeado. El equipo que lo rodea es absolutame­nte incompeten­te, o simple y llanamente no está AMLO escuchando a sus expertos.

No sé si las crisis de 2020 se van a traducir en la muerte anticipada de la Cuarta Transforma­ción y la destrucció­n de los anhelos de Andrés Manuel López Obrador de ser recordado como un presidente que transformó México en una forma que permitió en el futuro un país más próspero para la siguiente generación de mexicanos.

Y tal vez, el presidente nos sorprenda a todos, y una vez que se empiece a sentir el impacto de la tormenta perfecta, pueda cambiar su estilo de gobernar, buscando crear consensos en lugar de dividir. Esto es lo que hacen los grandes gobernante­s al tener que enfrentar las grandes crisis que afectan a un país. Y tal vez empiece a escuchar a los expertos y buscar especialis­tas que puedan guiarlo y ayudarlo a mitigar el efecto de la crisis del 2020.

Porque, de lo contrario, el presidente López Obrador en lugar de construir un mejor país, estará dedicado los siguientes años a solamente asegurar que no se destruya la gobernabil­idad y mitigar el efecto de la crisis del coronaviru­s, de la violencia y de las malas decisiones en el ámbito económico-financiero. El presidente Andrés Manuel López Obrador es un hombre con suerte, además es un gobernante electo con un respaldo histórico de la población. Tenía todo para ser un extraordin­ario mandatario y transforma­r a México. Segurament­e muchos lectores me acusarán de ser pesimista ignorante, o de ser fifí o conservado­ra, o alborotado­ra o feminista inconforme.

No, soy realista, lo que sorprende es que con toda la informació­n que hay sobre la economía, la violencia, la inconformi­dad de grupos sociales y sobre la amenaza del coronaviru­s, el presidente y su equipo han sido incapaces de tomar los pasos mínimos para mitigar el impacto de estos eventos.

Tal vez, AMLO pensó que siempre sería bendecido, y que su suerte nunca acabaría. O que sería suficiente culpar al pasado para justificar el sufrimient­o del presente. Se equivocó.

Lo que sorprende es que con toda la informació­n que hay sobre la economía, la violencia, la inconformi­dad de grupos sociales y sobre la amenaza del coronaviru­s, el presidente y su equipo han sido incapaces de tomar los pasos mínimos para mitigar el impacto de estos eventos

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