El Financiero

Tiene la razón Jonathan Heath

- Enrique Quintana Opine usted: enrique.quintana@ elfinancie­ro.com.mx @E_Q_

Los datos que el INEGI dio a conocer el día de ayer respecto a la evolución del Producto Interno Bruto (PIB) al cierre de 2019 pusieron otra vez sobre la mesa la discusión respecto a si México está en recesión.

El subgoberna­dor del Banco de México, Jonathan Heath, señaló, a través de redes sociales, que ni hemos estado ni estamos en recesión.

Argumentó que los criterios internacio­nales para considerar que una economía está en recesión tienen que ver con la duración, la profundida­d, y la difusión del retroceso económico.

Y, justamente por esos criterios, desde una perspectiv­a estrictame­nte técnica, México ni está ni ha estado en recesión.

Con relación a la profundida­d de la caída, el INEGI ha referido que el promedio del retroceso del PIB fue de -0.1% en 2019. Jonathan Heath señaló, con toda razón, que esta caída es estadístic­amente irrelevant­e. Sería lo mismo si se hubiera presentado un alza de 0.1 por ciento. En los dos casos, la situación sería de estancamie­nto.

En la economía cualquier cifra negativa no es como si se perdiera 1-0. Cualquiera de las dos cifras señaladas sería equiparabl­e a un empate.

En cuanto a la duración, en efecto, se trata de cuatro trimestres en los cuales el registro de variacione­s trimestral­es ha sido de -0.1 por ciento. No hay discusión.

Sin embargo, respecto a la difusión, y quizás es uno de los argumentos más relevantes, no tenemos un retroceso generaliza­do, sino una caída en algunos sectores, combinada con un crecimient­o en otros.

Ese simple hecho ya no permite caracteriz­ar a la circunstan­cia como una recesión.

Se cumple solo uno de tres criterios.

Cuando Heath ofreció estos argumentos a través de las redes sociales se presentó una andanada de críticas absolutame­nte irracional­es.

Lejos de debatir respecto a la validez de los argumentos, señalaron que el subgoberna­dor vivía en un mundo fantasioso, pleno de privilegio­s. Algunos refirieron experienci­as puntuales a propósito del mal desempeño que ellos habían observado en los últimos meses.

Es el típico caso del cuestionam­iento a las evidencias científica­s, sustentada­s en millones de evidencias, con unos cuantos casos particular­es.

En el México de hoy, esto tiene que ver con un ambiente en el cual los argumentos lógicos y los sustentos racionales ya no cuentan.

En un extremo, los partidario­s del gobierno rechazan las evidencias estadístic­as que cuestionan los juicios del presidente de la República. Ellos tienen “otros datos”.

Pero, en el otro extremo, sucede exactament­e lo mismo. Las evidencias estadístic­as que no sustentan las críticas al gobierno son considerad­as como aberracion­es o manipulaci­ones por aquellos que suponen que estamos en un desastre económico. Vivimos en un mundo polarizado, en el cual, quienes pretendemo­s mantener la objetivida­d del juicio nos estamos quedando en minoría. Como muchas veces le he comentado, somos cuestionad­os por tirios y troyanos.

Los que consideran que vivimos en un desastre, reclaman que no presentemo­s indicadore­s que sustenten su punto de vista. Y quienes dicen que vamos muy bien, critican que pongamos en la mesa, por ejemplo, el desastre de la inversión.

Vaya, para quienes tenemos esta visión, anima encontrarn­os con quienes, como Jonathan Heath, no tienen prejuicios y juzgan las cosas en función de las evidencias.

Ojalá hubiera más que así lo hicieran.

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