Micromovilidad:
En todo el mundo para mitigar el contagio de Covid-19 se han adoptado medidas que tienen como principal objetivo reducir la movilidad de las personas. Confinamiento en los hogares, suspensión de actividades no esenciales y restricciones al uso del automóvil son algunos ejemplos de este tipo de acciones impulsadas por autoridades de todos los niveles.
Al mismo tiempo, los gobiernos se han visto obligados a buscar soluciones a retos relacionados con el uso del espacio público; el más relevante, reducir el riesgo de contagio en el transporte colectivo, donde se han impuesto medidas como la sanitización de vehículos, la protección del personal operativo y la disposición de gel antibacterial para los usuarios. No obstante la implementación de dichas medidas, desde ahora se vuelven relevantes las alternativas de movilidad que tendrán los ciudadanos en el camino hacia la llamada
“nueva normalidad”. Sobre todo, porque seguirá latente el riesgo de rebrotes, mientras no exista vacuna para el coronavirus. En este sentido, ya se habla de la configuración de una economía de bajo contacto, que podría trasladarse a todas las actividades cotidianas y a la movilidad en particular. Se anticipa ya que podría acelerarse el uso de vehículos autónomos en el transporte público y aumentar la inteligencia artificial en las operaciones, todo bajo un nuevo modelo de gestión del espacio.
El desafío que enfrentarán en las próximas semanas los gobiernos radica en cómo conciliar el regreso a las actividades de la mayoría de la población, manteniendo bajo control la propagación del Covid-19. Aquí es donde cobran importancia las opciones de micromovilidad (bicicletas y monopatines, principalmente) que ofrezcan las ciudades versus las opciones de transporte colectivo. La micromovilidad se vuelve relevante
Consultor en Asuntos Públicos en EPLOC, exdiputado local CDMX.
En México, apenas una decena de ciudades cuentan con al menos una alternativa de micromovilidad