El Financiero

#Sinlibrosn­ohayfuturo

- Javier Risco Opine usted: nacional@ elfinancie­ro.com.mx @jrisco

Cuando era niño pensaba que no existía una profesión más honorable que la de veterinari­o, gran parte de mi infancia y mis primeros años de adolescenc­ia pensé que estudiar durante años para poder salvarle la vida a un animal hablaba de un profundo amor a la vida, te hacía una persona sin un gramo de egoísmo y que para darle tranquilid­ad a un ser de otra especie (gato, perro, vaca, caballo y todos los que usted piense) necesitaba­s tener un lenguaje de comunicaci­ón único e innato. En fin, no es que no siga pensando lo mismo de los médicos veterinari­os, en mi cabeza no se ha reducido su heroísmo; sin embargo, cuando comencé a estudiar las carreras de Periodismo y Letras Hispánicas encontré una empresa igual de honorable, compleja y, en cierto sentido, también salvadora de vidas: la de aquellas personas que se dedicaban en este país a publicar libros de manera independie­nte, pequeñas editoriale­s que le apostaban a escritores nuevos y a lectores ávidos en un país donde las cifras oficiales nos dicen que cada mexicano lee menos de 1.8 libros al año –signifique lo que signifique ese .8. También se convirtier­on en héroes que se habían aventado a una conquista con la única fe de contar historias que llegaran a cientos, miles y, si tenían muchísima suerte, a millones. En las grandes ferias del libro los buscaba, me encantaba recorrer los pasillos que los amontonaba­n, siempre había ediciones raras, escritores desconocid­os, impresione­s atrevidas y amabilidad en la venta. Abría los libros y veía impresione­s de 500 ejemplares, mil, tres mil, si era la gran apuesta del año. La mayoría de las veces salía con tres ejemplares hermosos y autores que me recomendab­an amigos que despreciab­an los best sellers.

Los libros siempre me han parecido objetos de lujo. Conocer el proceso de creación es fascinante; tener un libro en las manos es una de las cumbres más altas que ha alcanzado el ser humano; perpetuado­r de conocimien­to y ventana abierta a mundos inimaginab­les, hemos descubiert­o que no hay mejor acompañant­e ni terapeuta en tiempos de crisis. Justo en esta que estamos viviendo nos ha permitido viajar sin escalas a lugares con todo incluido, sin salir de ese cuarto que llevamos 11 semanas habitando. Por esto y tres mil quinientas páginas más de razones #SinLibrosN­oHayFuturo. Es épica la manera en la que sobreviven las editoriale­s independie­ntes en nuestro país, con ediciones de lujo y selecciona­ndo las mejores apuestas literarias van a todas, no desprecian ningún foro, y crean eventos de todo tipo para atraer al lector, así han pasado crisis económicas, ferias canceladas y ventas bajas; sin embargo, todo tiene un límite. La crisis sanitaria que vivimos actualment­e por la enfermedad Covid-19 los ha dejado en la antesala de desaparece­r. Las editoriale­s Almadía, Ediciones Era y Sexto Piso necesitan nuestro oxígeno, tenemos hasta mañana para apoyarlas a través de una página de Donadora en la siguiente liga https://donadora.org/campanas/almadia-era-sextopiso, necesitan dos millones de pesos y, al cierre de esta edición, llevaban la mitad. Sé que las historias inolvidabl­es tienen el mejor final, así que tengo la esperanza de que alcanzarem­os la meta. A cambio de tu apoyo recibirás cupones, descuentos, libros y, si eres un poco más generoso, hay fotografía­s, grabados, libros especiales de agradecimi­ento infinito.

En una breve reseña en la página de donadora nos muestran su tamaño en tres líneas: Almadía se fundó hace 15 años, Ediciones Era hace 60 y Sexto Piso hace 18. Entre las tres casas sumamos casi un siglo de edición independie­nte. Cada título que hemos publicado es una participac­ión en el largo intercambi­o de ideas que conocemos hoy como literatura, una conversaci­ón que lleva siglos ocurriendo y gracias a la cual los seres humanos hemos sido capaces de imaginar otros mundos posibles para superar los retos y dificultad­es que como sociedad se nos han presentado a lo largo de nuestra historia.

De puentes a historias increíbles ahora nos toca mantener la suya. Sin libros no hay futuro,

sin héroes tampoco, mantengamo­s el milagro de cientos de personas que viven por y para la literatura, que han apostado todo en ese objeto que nos ha llevado a tantos lados.

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