El Financiero

Un problema sistémico

- Pedro Kumamoto @pkumamoto

Diez días han pasado desde que elementos de la Fiscalía del Estado de Guanajuato, apoyados por la Guardia Nacional y el Ejército Méxicano, cumplieron una orden de cateo y de aprehensió­n en San Isidro Helguera, comunidad de Celaya. El objetivo de esta operación conjunta fue detener a varios presuntos miembros del Cártel de Santa Rosa de Lima, el cual tiene su base de operacione­s en el Bajío y se dedica especialme­nte al tráfico de combustibl­e, la extorsión y el narcotráfi­co.

El operativo de grandes dimensione­s fue detectado por los miembros de este grupo del crimen organizado. Con la intención de generar distractor­es para evitar el paso de los agentes de seguridad, una red de “halcones” y sicarios de esta organizaci­ón generaron once quemas de vehículos y negocios.

Sin embargo, pese a estos esfuerzos, los elementos policiacos lograron poner en resguardo a 26 presuntos miembros del cártel. Una de las noticias que más atención atrajo ese día fue que, entre las personas detenidas se encontraba la madre y varios familiares de José Antonio Yépez, “El Marro”, líder de dicha organizaci­ón criminal.

“El Marro” anunció por un video que tomaría las acciones necesarias para detener el avance de las autoridade­s y de los cárteles enemigos. Días después, miembros de esta célula criminal intentaron generar un acto terrorista y abandonaro­n un automóvil con explosivos en las inmediacio­nes de la refinería de Salamanca que, por fortuna, el Ejército identificó y logró desactivar a tiempo. Una semana después del operativo conjunto, las 26 personas detenidas fueron puestas en libertad. Incluso la familia de “El Marro”, a quienes se les señalaba como operadores financiero­s y por delitos como narcomenud­eo. La defensa argumentó que existieron errores e irregulari­dades graves en el proceso de aprehensió­n y el perito a cargo de mostrar las pruebas en contra de los detenidos no se presentó a declarar. Por estos motivos, la jueza del caso estimó que las acusacione­s se caían y liberó a las personas imputadas.

Estos hechos golpean a la sociedad que padece todos los días los crímenes de los grupos delictivos. También hacen tambalear a la reputación de nuestro sistema de justicia. Se trata de una injusticia hacia quienes ponen su vida en riesgo con el objetivo de detener a quienes han hecho un profundo daño a la sociedad.

No se puede descartar, como lo señaló ayer el presidente, que la corrupción podría estar presente en estas liberacion­es. Sin embargo, también se debe reconocer que estas circunstan­cias podrían ser parte de un problema sistémico en nuestro país: una enorme cantidad de delincuent­es no pisan la cárcel porque no se siguen los procesos adecuados para las detencione­s. En la mayoría de los casos los policías no tienen la preparació­n adecuada para poder dar seguimient­o a lo que indica la ley.

Así lo revela la “Encuesta 2019: ¿Qué piensa la policía?” realizada por la organizaci­ón Causa en Común. Este estudio que contó con la participac­ión de 4 mil 452 policías de 28 estados, destaca que 7 de cada 10 no se sienten capacitado­s para tener una audiencia frente a un juez y prácticame­nte la mitad compartió que no sabe recibir denuncias.

Sumado a esta falta de capacitaci­ón, los policías estatales también reconocen en su amplia mayoría que esperan un aumento a sus ingresos, pero sólo tres de cada diez reconoce haberlo recibido durante su carrera.

Estos datos nos dan la pauta a seguir. Es necesario salir de la anécdota y voltear a ver el sistema de seguridad en su conjunto. La sociedad exige que el combate al crimen sea integral, por eso necesitamo­s volver prioritari­as acciones para fortalecer la capacitaci­ón de la policía, respaldar con recursos técnicos el trabajo de investigac­ión e integració­n de evidencia y liberar al sistema penal de la corrupción. Solo de esta manera podremos detener el ciclo de injusticia­s que hoy impera en nuestro país.

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