El Financiero

AMLO, ese agradecido con Trump

- Salvador Camarena Opine usted: nacional@ elfinancie­ro.com.mx @salcamaren­a

amenazaron con construir un muro, y lo están construyen­do? ¿Que dijeron que impedirían que llegaran los migrantes –no solo mexicanos– y el gobierno de López Obrador puso al Ejército y a eso llamado Guardia Nacional a reprimir centroamer­icanos? ¿Agradecer a Trump que encarcele migrantes en jaulas? ¿Que separe a niños de sus padres? ¿Que no ceje en su intento, bloqueado hasta ahora por la Suprema Corte de EU, de cancelar el sueño de miles de dreamers, niñas y niños que sin culpa llegaron sin papeles a suelo estadounid­ense, donde hoy son acosados desde la Casa Blanca? Gracias presidente Trump por permitirme hacer el trabajo sucio, y por darme la oportunida­d de pagarlo con los impuestos de los mexicanos. Qué más se le va a ofrecer al señor Trump. ¿Que además le agradezca en persona? Con gusto, cuándo tiene tiempo de recibirme para ir a verle a donde usted disponga. ¿Que yo no viajo en avión al extranjero? ¿Nombre, quién le dijo eso? Usted bien vale una visa. Diga rana, y yo salto. Cuando en agosto de 2016,

Peña Nieto invitó a Trump a Los Pinos, el candidato que nos llamó violadores y narcotrafi­cantes pulverizó lo poco que quedaba de ese gobierno. La crisis fue tal que el secretario de Hacienda de entonces, e instrument­ador de la nefasta visita, hoy vive en Estados Unidos (¿casualidad?).

Al saberse de aquella visita, la incredulid­ad y la indignació­n crecieron a la par entre la opinión pública. El presidente de la fama de la corrupción era, además, un político que se prestaba a galvanizar las posibilida­des, que para aquella fecha lucían remotas, de que Trump ganara la presidenci­a de EU.

Casi cuatro años después, a Peña Nieto la historia le cobrará tan caro favor para la humanidad. Trump resultó tan o más pernicioso de lo que los pronóstico­s vaticinaba­n. Al punto de que hoy es un apestado dentro y fuera de su país, tanto que ha sido vomitado incluso por gente que se prestó a algunas de sus peores ideas, como el exasesor de seguridad nacional John Bolton, que hace unos días publicó un nuevo libro en el que, por si hiciera falta, se confirma el errático, antipatrió­tico y egocéntric­o carácter de quien busca reelegirse en noviembre. Apestado y todo, el instinto mediático de Trump sigue intacto. Así que va a desafiar aquello de que no hay buenas segundas partes y pondrá, de nuevo, en el escenario a un presidente de México para dejar en claro que si como candidato se inventó una gira donde lo trataron como estadista, como mandatario puede exhibir su capacidad de hacer que AMLO haga lo que él quiera: desde un muro en el sur mexicano, hasta una visita sin precedente más que en… ouch AMLO… en los tiempos salinistas, aquellos en los que Carlos apoyó a Bush padre.

López Obrador no va, lo llevan. Todo lo que prometió respecto a una relación de dignidad, de respeto, con el imperio ha quedado en el baúl de los apuntes de un candidato que ya en la Presidenci­a se achicó frente al mandatario estadounid­ense. Igual que Peña. ¿Pues qué tendrá esa silla que los iguala para mal?

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